Alexander Torres disertó sobre similitudes entre Bolívar y Chávez

29 julio, 2019

                           

En el marco del 186° aniversario de la Biblioteca Nacional, el historiador ofreció el conversatorio “Bolívar y Chávez, dos hombres y un mismo destino”

Texto: Jufany Toledo / Fotos: Jholbelis Umbria / Prensa IABNSB

Un conversatorio protagonizado por el doctor Alexander Torres Iriarte, presidente del Centro Nacional de la Historia, clausuró el ciclo de conferencias que se llevaron a cabo durante el mes de julio, en el marco de la muestra denominada “La patria grande de Bolívar y Chávez”, en la cual se ofrece una selección de piezas documentales que, sobre estos líderes nuestroamericanos, atesoran las distintas colecciones de la Biblioteca Nacional.

La actividad denominada “Bolívar y Chávez, dos hombres y un mismo destino”, formó parte de la programación por los 186 años de la primera biblioteca pública del país y los 42 años de la fundación del Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y de Servicios de Bibliotecas, IABNSB.

Torres Iriarte, profesor e investigador, inició su disertación con una serie de parábolas, a objeto de hacer comprender a los asistentes, la metodología del sistema comparado, usada por los historiadores a fin de encontrar algunas similitudes entre un hecho o un personaje y otro.

Cuando se estudian personajes de la talla de Bolívar y Chávez, pareciera que la historia vuelve a repetirse, pero no es así, se trata de momentos históricos distintos, de épocas diferentes; pero el recurso del historiador puede contribuir a realizar comparaciones, de acuerdo con la pertinencia del tema, explicó.

“Yo quiero referirme de manera especial al legado, para buscar elementos vinculantes o divergentes en las vidas de Bolívar y Chávez. En primer término, la defensa de los pobres fue un elemento común; pero con la diferencia de que Bolívar era un rico de cuna, mientras que Chávez nació en el seno de una humilde familia”.

A tal efecto, el historiador recordó que “Simón Bolívar, siendo un mantuano, despreció su riqueza y se puso al servicio de los pobres, por lo que fue considerado un traidor a su clase social; mientras que Hugo Chávez, fiel a sus orígenes, nunca renegó de su pasado; al contrario, disfrutaba narrando sus historias de niño pobre, cuando era el ‘arañero de Sabaneta’. Ambos comprendieron que sin la participación del poder popular no podrían libertar a su pueblo, ni hacer la revolución”.

                           

Luego de reflexionar sobre los cambios y transformaciones que ambos líderes fueron teniendo a lo largo de sus vidas, Torres Iriarte colocó en un segundo término, el juramento que cada uno hiciera por defender y liberar a su patria. Bolívar, en el Monte Sacro, a la edad de 21 años y Chávez, en el hijo del Samán de Güere, en el estado Aragua, cuando contaba 28 años.

Dicho esto, el ponente demostró que ambos hombres tuvieron conciencia histórica y compromiso revolucionario. Bolívar luchó por independizarnos de España y Chávez luchó por independizarnos del imperio norteamericano. “Ambos le hablaban a la historia, siempre pensando en el futuro, como los grandes incomprendidos, siempre con la inquietud de tener patria”, expresó Torres.

A lo largo de su intervención, Torres Iriarte fue enumerando diversos puntos comunes, destacando que tanto Bolívar como Chávez, fueron extraordinarios y apasionados lectores; ambos eran incansables, poseedores del ‘fuego sagrado’, que el ponente describió como un gran magnetismo, una presencia imponente que que lograba cautivar a todos y robarse las miradas tanto de mujeres como de hombres.

Finalmente, señaló que ambos contaron con mentores o personajes que en determinados momentos marcaron sus vidas, como por ejemplo, Simón Rodríguez a Bolívar y Jacinto Pérez Arcay a Chávez. Tanto Bolívar como Chávez, presintieron la cercanía de su muerte, y sus despedidas fueron una especie de testamento histórico, en la que ambos pidieron unión y patria.

El expositor cerró su intervención con un fragmento del discurso pronunciado por Gabriel García Márquez, al momento de recibir el Premio Nóbel de Literatura. “Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otro, hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad, tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad”.

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