La Biblioteca y su Gente: Un día para reconocer a Teresa
23 abril, 2018
Texto: Jufany Toledo / Fotos: Archivo del IABN
En 1995, la UNESCO declara el 23 de abril como el día mundial del libro; a objeto de rendir homenaje a grandes personajes de la literatura universal como Miguel de Cervantes, William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega, quienes fallecieron ese día en 1616; así como también, ese mismo día, pero en 1936 fallece en Madrid, España, nuestra gran escritora Teresa de la Parra.
A Teresa quiero referirme hoy, ya que aún cuando nació en París, Francia, el 5 de octubre de 1889, y la mayor parte de su corta vida transcurrió en Europa, donde recibió la influencia de connotados escritores europeos como Flaubert, Maupassant y Stendhal, entre otros; Teresa siempre se sintió y se asumió como venezolana. Su estancia en la hacienda familiar “Tazón”, a las afueras de Caracas y posteriormente las vivencias en la casa colonial, entre las esquinas de Torre y Veroes, fueron un referente en sus escritos con marcado acento autobiográfico.
Siempre usó adecuada y estilizadamente el lenguaje en sus novelas, pero sentía una gran fascinación por el habla coloquial caraqueña; y recopilaba los diversos modismos, que luego utilizaba como recursos al momento de historiar y poner a hablar a sus personajes. Tal vez la sencillez de su escritura y un estilo fresco y pulcro, alejada de falsas poses, la llevaron a convertirse en una de las más connotadas escritoras latinoamericanas.
Ana Teresa Parra Sanojo fue su verdadero nombre, que inicialmente ocultó bajo el seudónimo de “Fru-Fru”, cuando en 1915 comenzó su carrera como escritora de relatos y cuentos fantásticos, que se publicaron en diversos medios de comunicación; ya que en esa época escribir no era asunto de “señoritas”; pero Teresa fue una mujer decididamente irreverente y adelantada a su tiempo. Años después, publicó sus dos novelas “Ifigenia” (1924) y “Memorias de Mamá Blanca” (1929), bajo el nuevo seudónimo de Teresa de La Parra.
La fama de nuestra Teresa no se hizo esperar, sus novelas se publicaron y se conocieron primero en Europa, y fueron traducidas a varios idiomas. Fue invitada a Bogotá, Nueva York y La Habana a dictar conferencias magistrales, en donde el tema de la emancipación de la mujer resultaba una constante. Teresa no alcanzó a escribir su autobiografía, pero muchos investigadores se han dado a la tarea de reconstruir su vida y su cronología, a partir de la riqueza de sus cartas y los testimonios de quienes la conocieron.
Muchos de esos manuscritos fueron donados a la Biblioteca Nacional de Venezuela, allí se preservan en la sala de Libros Raros y Manuscritos, igualmente hay una colección de obras planas sobre ella, en el Archivo Audiovisual de Venezuela; mientras que en la colección Bibliográfica General están sus libros y otros tantos títulos que sobre Teresa han escrito Velia Bosch, Douglas Bohórquez y Louis Antoine Lemaítre, entre otros autores que han recreado su vida. El mejor homenaje que podemos brindarle, al cumplirse 82 años de su partida, es releer a nuestra Teresa. Reconocerla en el Día Mundial del Libro.