Entre Culturas – Biblioteca Bolivariana (II)

25 julio, 2023

El decreto de creación de la Biblioteca Nacional del 13 de julio de 1833 fue el inicio de una serie de desvaríos que reflejaban la inestabilidad política reinante durante todo el siglo XIX venezolano. Los cambios de gobierno propiciaron la derogación y aparición de nuevos decretos que, además de imponer erráticamente  la sustitución o restitución de categorías (Biblioteca Nacional, biblioteca pública o incluso biblioteca universitaria), no permitió que la institución se mantuviera activa en forma constante. 

En 1874  empieza a denominarse de manera más estable como Biblioteca Nacional, aunque funcionando en los espacios de la Universidad Central de Venezuela. En 1893  Joaquín Crespo decide trasladarla a otros espacios fuera de la universidad. Todas estas divagaciones ponían en evidencia la distancia mantenida por los gobiernos de la Cuarta República con respecto a la doctrina bolivariana y de allí la falta de criterio a la hora de entender el papel fundamental de la Biblioteca en la construcción de un pensamiento republicano, tal como lo visualizó El Libertador.

En revolución, la Biblioteca Nacional fue la fuente de consulta del presidente que más ha hecho, en ejercicio de su mando, por la promoción de la lectura en el país y no tengo dudas en decir que parte de su crecimiento como estadista y humanista se debió a esas obras que pudo consultar gracias a la mística de los referencistas y custodios de colecciones que atendieron sus inquietudes. Hugo Chávez, el fervoroso bolivariano, volvía a reivindicar el papel primigenio de nuestra Biblioteca como espacio para encontrar las claves que pudieran -en palabras de Bolívar- “resolver el gran problema del hombre en libertad” con la certeza de “que el despejo de esa misteriosa incógnita no ha de verificarse sino en el Nuevo Mundo”. 

Ignacio Barreto
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23/07/2023

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