Fundación de la Compañía Guipuzcoana
25 septiembre, 2022
Siglo XVIII, el cacao venezolano estaba en 3er lugar después del oro y de la plata, por esta razón el 25 de septiembre de 1728, se crea la Real Compañía Guipuzcoana en La Guaira y Puerto Cabello.
Texto: Prensa IABNSB
Caracas, 25 de septiembre de 2022 (Prensa BNV).- La creación de la Compañía Guipuzcoana comenzó a idearse desde principios de la tercera década del siglo XVIII, debido al crecimiento de la economía agrícola de Venezuela; el comercio del cacao venezolano era muy codiciado y gozaba de la mejor reputación en los mercados mundiales, colocándose en el tercer lugar después del oro y de la plata. Por esta razón, el 25 de septiembre de 1728, el Rey Felipe V de España firma un contrato con los empresarios de la provincia vasca de Guipúzcoa, para crear una empresa comercial que se instalaría en la provincia venezolana con el nombre de Real Compañía Guipuzcoana. A partir de 1730 dicha compañía instaló sus infraestructuras en La Guaira y Puerto Cabello.
Conforme al contrato, la Compañía despacharía anualmente 2 o más barcos mercantes a Venezuela; además, podrían cargar en España toda clase de mercaderías, y estaba facultada para arribar indistinto en La Guaira o Puerto Cabello, para comercializar desde ahí con todas las ciudades de la jurisdicción. Estas naves partirían directamente desde los puertos de Guipúzcoa. Debido a que controlaba la totalidad del comercio colonial, tenía la facultad de fijar precios muy elevados de los productos, obteniendo así grandes ganancias a costa de los hacendados. Durante los 2 primeros años, y por 50 años, esta empresa disfrutó a sus anchas del trato exclusivo entre la provincia de Venezuela y la colonia española. El establecimiento y contrato de la Guipuzcoana causó gran indignación en la provincia venezolana, al ocasionar una alteración profunda de la oferta y la demanda regulares establecidas por los cosecheros y mercaderes criollos, en su mayoría de origen vasco, con Nueva España (hoy México) y los dominios del Caribe. Para la época, la flota mercante caraqueña mantenía un comercio directo con España, y era propiedad en su absoluta mayoría de los descendientes de los primeros pobladores vascos, quienes habían gozado del privilegio de cargar en ellas sus propios frutos, y obtener un tercio de la capacidad de carga de las naves que llegaban a La Guaira. Cuando llegaron los primeros navíos de la Compañía, los comerciantes criollos intentaron valer sus derechos, pero la Guipuzcoana se negó a reconocerlos.
Los atropellos cometidos por la Guipuzcoana contra los productores, comerciantes y pobladores indujeron numerosas protestas y sublevaciones, surgidas porque les arrebataba el comercio directo con España; lo que originó una resistencia local contra la compañía, promovida y ejercida principalmente por la nobleza criolla representada en el Cabildo caraqueño, y los grandes mercaderes y cosecheros. Una de esta fue la rebelión dirigida por Juan Francisco de León, isleño canario establecido en Venezuela, a quien se le atribuye la fundación del pueblo de Panaquire/ Barlovento, actual estado Miranda, y la introducción del cultivo del cacao en la zona.
La insurrección encabezada por Juan Francisco de León, se inició en Panaquire el 2 de abril de 1749, población donde León desempeñaba el cargo de teniente-cabo de guerra y Juez de Comisos del Valle de Panaquire, responsabilidades de las que fue destituido por orden de la Compañía Guipuzcoana, provocando una violenta protesta que se extendió por casi 3 años a todas las poblaciones vecinas en la zona de Barlovento. Este isleño canario logró convocar y organizar más de 8.000 pobladores, armados con machetes y fusiles. Este ejército irregular llegó a Chacao el 19 de abril, y el día 20 avanzó hasta la plaza principal de Caracas, para luego avanzar sobre La Guaira. Habiendo el gobernador de turno, aparentemente aceptado las demandas de expulsar a la compañía, Juan Francisco de León dispersó su ejército el 7 de agosto y regresó a Panaquire. En 1751, llegó el nuevo gobernador brigadier Felipe Ricardos y con las tropas que condujo de España, emprendió la persecución a de León y de todos aquellos que lo apoyaron, entre quienes se encontraban los hombres más notables y la mayoría de los grandes cultivadores de cacao. León se entregó el 9 de febrero de 1752 y fue enviado a Cádiz ese mismo año.
El levantamiento de Juan Francisco de León en 1749, despertó cierta desconfianza de la Corona española hacia la Compañía Guipuzcoana, no solo por esta rebelión sino porque no rendían cuenta de sus operaciones, además, desde 1741 no hacía entrega de dividendos y se acusaba a los directores de hacer negocios personales, por lo cual los accionistas estaban descontentos. La Corona ordenó la convocatoria de una Junta General que se reunió en la Sala del Consulado, dictándose un reglamento que estableció severas medidas sobre los llamados «gastos secretos», pues había la sospecha acerca de «honorarios» que la Compañía le daba al obispo y al gobernador de Caracas.
Después de estos graves sucesos, la Guipuzcoana fue sometida a severas condiciones; entre ellas, la constitución de una Junta Reguladora de Precios formada por el gobernador, como árbitro, el factor de la compañía y un diputado del Cabildo en representación de toda la provincia. Además, fue obligada a ceder a los embarcadores caraqueños hasta una sexta parte de la capacidad de carga de sus naves, se le fijaron fletes moderados, y tuvo que admitir la participación de 300 accionistas de la provincia de Caracas y 100 de la de Maracaibo. También, se le obligó a un mayor abastecimiento de la demanda local de artículos españoles y europeos, como el aceite, la harina y otros comestibles, tejidos y toda clase de materiales para el vestido.
La Real Compañía Guipuzcoana finalmente expiró, luego de más de cinco décadas de explotación de la provincia venezolana, cuando por real cédula de 10 de marzo de 1785 se ordenó su disolución oficial.