Hojas y Letras: identidad y legados literarios del país

21 julio, 2017

Algunos de los archivos resguardados en la Biblioteca Nacional son manuscritos literarios venezolanos del siglo XX

Tania Oropeza/ Foto: Adianez Gutiérrez /Prensa: IABNySB

Los hay en archivos históricos, científicos, lingüísticos personales y literarios, estos son los manuscritos que se encuentran resguardados en la Sala de Libros Raros y Manuscritos, ubicada en el piso 2 del cuerpo de los servicios del Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y Servicios de Bibliotecas.

En la gran caja fuerte de los manuscritos reposan valiosos hológrafos que datan desde 1439, algunos de ellos son de la literatura venezolana muchos son mecanografiados, los cuales reflejan el trabajo artístico y literario de venezolanos responsables de escribir grandes obras literarias entre ellos dramaturgos y novelistas del siglo XX, que además, de dejar el legado de sus cuadernos y hojas donde se evidencia las maravillosas historias de sus creaciones, también dejaron apuntes y planes estructurales de sus obras.

Por esta razón, estos documentos son piezas únicas con un alto valor histórico para el país, donde se plasman los procesos de escritura, estos manuscritos sirven de fuente documental para estudios especializados y para el conocimiento de la población futura de la nación.

El poeta Gabriel Saldivia es el encargado desde hace muchos años de la Sala de Libros Raros y Manuscritos de la institución bibliotecaria, quien además de poseer un alto conocimiento de estos originales que se resguardan, señala una de las importancias de ellos como fuente de información, “nuestros manuscritos son de gran valor, por ejemplo, la génesis textual es la que estudia las obras (manuscritos), en los procesos técnicos. Como país referencial de estos estudios podemos mencionar a Francia, donde hoy en día hay personas que estudian la génesis textual, por lo tanto nuestros textos son una valiosa fuente de información para estos estudios”.

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Otra de las importancias de los manuscritos es que evitan el plagio, ya que en muchas ocasiones se puede cometer este delito con las obras, una de las formas de garantizar la autoría de un escritor son sus escritos, y al tenerlos resguardados en una institución la veracidad y confiabilidad es aun más fácil.

En este sentido, Saldivia, destacó que, Arturo Uslar Prieto donó a la Biblioteca Nacional sus manuscritos correspondientes a la obra “Visita en el Tiempo”, porque en un momento se hicieron comentarios de un presunto plagio por otro autor.

Entre los archivos más insignes que reposan en las colecciones de Libros Raros se encuentran los manuscritos originales de Teresa de la Parra, conocida como una de las escritoras más destacadas de su época; uno de los hológrafos es la obra completa de la novela Memoria de Mamá Blanca, la cual se encuentra en una libreta escrita a lápiz con puño y letra de Teresa.

Se presume que estos originales llegaron al país en el año 1938 a través de donaciones, sin embargo la obra fue publicada en Venezuela en al año 1929; En Memoria de Mamá Blanca se plasma la visión de una niña criada en Venezuela, donde la autora refleja detalladamente momentos de su infancia, haciendo énfasis en lo vivido con su familiares en la hacienda donde vivió de niña, la cual estaba cerca de la cuidad de Caracas, ya que Teresa de la Parra vivió su infancia en Venezuela y luego pasó parte de su vida en el extranjero.

Otro de los manuscritos que se encuentran resguardos en estos espacios son los del novelista caraqueño Francisco Herrera Luque, estos en sus mayoría son mecanografiados, donde se pueden observar correcciones hológrafas como por ejemplo, tachaduras, enmiendas y notas del autor lo que refleja que es el esquema de la obras del autor, por ejemplo de sus obra Los Amo del Valle y En La Casa de Pez que Escupe el Agua, además de documentaciones personales de herrera como cartas para amigos y familiares.

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Entre los documentos que se encuentran en estos espacios son los del poeta José Ramos Sucre, del dramaturgo César Rengifo, de la destacada periodista y poeta Miyó Vestrini, y del ensayista y periodista Miguel Acosta Saignes.

Gran parte de los manuscritos literarios del siglo XX, están en soporte de hojas de pulpa de madera, estos tienden a ser más frágiles y a descomponerse a través del tiempo con mayor facilidad que las hojas utilizadas en el siglo XVIII que eran realizadas a base de algodón y caña.

Por lo tanto, el cuidado para conservar y preservar estos valiosos escritos de la literatura son necesarios, y requieren del manejo de personas especializadas y de espacios acordes, donde las temperaturas y la humedad son controlados; cada archivo tiene un cuidado diferente, lo que permite alargar sus vidas, para esto en la Biblioteca Nacional se cuenta con un equipo de especialistas del área del Centro Nacional de Preservación.

Por esta razón, estos originales no pueden ser utilizados por los usuarios, ya que se deben cuidar para alargar su existencia y buen estado, esto no quiere decir que no pueden ser vistos en visitas guiadas y en caso de trabajos de investigación avanzados.

Sin duda alguna estos textos son únicos en la literatura venezolana y forman parte de los maravillosos archivos que resguarda la Sala de Libros Raros y Manuscritos, que nos definen como nación y trascienden nuestras fronteras.

 

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