Venezuela tiene la cascada más grande del mundo y se llama Kerepakupai Vená
25 octubre, 2016
Descolonizar nuestra memoria es reafirmar nuestra identidad y soberanía
Texto: Renny Marrero / Prensa IABNySB
“Los ancianos Pemón del valle de Kamarata, le dan el nombre de Kerepakupai Vená; Vená, significa Salto de Agua. Kerepakupai Vená, significa la caída de agua mágica y sagrada. El agua, luego de ser colectada en la base del salto sale cayendo sobre las rocas, es llamado Churún-Merú. Merú, significa rápido o cascada propiamente. En otras palabras, agua que fluye sobre las rocas. La palabra Churún es un sonido en su lengua que no tiene ningún significado en particular.”
Es el salto de agua más alto del mundo, con una altura de 979 m (807 m de caída ininterrumpida), generada desde el Auyantepuy. Se localiza en el Parque Nacional Canaima, en el estado Bolívar. Un espacio natural protegido, establecido como Parque nacional el 12 de junio de 1962, declarado Patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1994, se extiende sobre un área de más de 30.000 km², hasta la frontera con Brasil, y el territorio del Esequibo (territorio venezolano en reclamación). Por su tamaño es el más extenso del mundo.
El 9 de octubre de 1937 a las 11:45 am aterrizó por primera vez sobre la meseta del Auyante Puy una avioneta piloteada por el estadounidense James Crawford Angel, atribuyendosele la noticia de la existencia del «Salto Ángel» en Venezuela; contando como un logro el haberse estrellado en la cima del Auyante Puy bautizando a la cascada más grande del mundo con su nombre. Tras este hecho, se veló que para las comunidades originarias del estado Bolívar este Salto no sólo tenía nombre sino significado e historia.
Dado a conocer por el nombre de su supuesto «descubridor» sobre el Kerepakupai Vená, se ejerció nuevamente la práctica del neo colonialismo al permitir su rebautizo y el desconocimiento de su valor mítico-simbólico para nuestra historia. Dicho sea de paso, la figura de James Crawford pasó a ser exaltada y hasta mitificada como un explorador de parajes desconocidos y exóticos, una suerte de nuevo Cristóbal Colón conquistador de mundos. Algunos escritores, acrecentaron la supuesta hazaña de Crawford imponiendo el nombre de Salto Ángel a la famosa caída de agua.
El escritor Alberto Vázquez Figueroa relató la vida de Jimmie Angel, apodo por el que se dio a conocer el piloto en su novela Ícaro. También el piloto y escritor italiano Folco Quilici en su novela «Cielo verde» publicada en 1997, inspirada en la legendaria figura de Angel para crear un personaje, Mike Angel, atrapado por la exuberante riqueza y atractivo de la inmensa selva virgen y empujado, por el afán de perseguir un sueño, siempre cercano y nunca atrapado, en la recóndita profundidad de ese cielo verde de la Gran Sabana.
La fiebre aérea del oro
Según sus biógrafos, el primer viaje de James Crawford Angel a Venezuela se realizó en los primeros años de la década de 1920, junto a un geólogo estadounidense apellidado McCracken. Ambos supuestamente, se conocieron en un bar en Panamá y acordaron que McCracken le pagaría 5.000 dólares para volar hasta un lugar en el sureste de Venezuela. Aterrizando en un misterioso tepuy de la Gran Sabana, recogieron varios kilogramos de oro de un río sobre la montaña; McCracken moriría luego en Estados Unidos y Angel pasaría el resto de su vida buscando el Río de Oro.
Si bien no existe documentación fidedigna sobre el supuesto Rio de Oro, la historia contada por Crawford comenzó a atraer inversionistas en su búsqueda del oro prometido. Por su parte, Crawford desarrolló una obsesión por el Auyantepuy que lo llevo a llamarla «su montaña», a partir de esta visión de apropiación, se desarrollaron teorías que llegaron a plantear que el mal llamado Salto Ángel pudo no ser conocido por los indígenas Pemón, que han vivido en el Valle de Kamarata en la región del Auyantepuy por miles de años debido a su localización en el interior del Cañón del Diablo, y la aversión de los Pemón a acercarse al Auyantepuy. Según esta absurda teoría el Kerepakupai Vená, pudo no haber sido descubierto por ellos antes de ser descubierto desde el aire.
La fiebre del oro seguiría atrayendo a ambiciosos exploradores que bajo un pretendido interés arqueológico estimularon el interés internacional en la región, dando paso a las expediciones organizadas William H. Phelps y el Museo Americano de Historia Natural entre 1937-1938.
Estas exploraciones en la Gran Sabana en el Sureste de Venezuela siguieron entre 1933 y hasta 1942, acotada y abierta a la evaluación científica sistemática por parte del Ministerio de Fomento y la comisión de límites en 1939.
Posteriormente, estas exploraciones fue el desarrollo de una industria turística en manos extranjeras con apoyo del gobierno nacional, la paulatina explotación de sus recursos. Así como, el desarrollo del tráfico ilícito de la flora y la fauna presente en la meseta del Auyantepuy; sólo hasta 1994 la resolución de la Unesco pudo prevenir que se siguiera cometiendo tal depredación.
“Salto Angel” fue el nombre oficial adoptado por el gobierno venezolano en 1939
El 17 de diciembre de 1938 Eleazar López Contreras, presidente de Venezuela, emitió un decreto para explorar la Gran Sabana, comisionando a varios investigadores para explorar tal fin. Estos produjeron diversos trabajos, incluyendo uno titulado “Exploración de la Gran Sabana”, En este trabajo, publicado en diciembre de 1939, se incluye un mapa detallado, el cual acompañaba al informe de la comisión. Como este reporte se originó de un decreto presidencial, y la revista de fomento era un boletín oficial gubernamental, el mapa se considera documento oficial, de manera que el nombre “Salto Angel” fue oficialmente aceptado por el gobierno venezolano en esa fecha.
En 1953, el reporte y sus mapas fueron reproducidos por la revista del Ministerio de Hidrocarburos y Minas, adjunta a una fotografía del Salto Angel tomada por Carlos A. Freeman desde el aeroplano de Jimmie Angel el 1º de mayo de 1939, tiene el siguiente texto: “Salto Angel bautizado así en honor de su descubridor, James Angel”.
Descolonizar la memoria
En Venezuela vivimos una Revolución que tiene como línea fundamental descolonizar nuestra memoria; la misma ha venido reivindicando la identidad de nuestros pueblos originarios reestableciendo nuestra memoria de resistencia también en lo cultural, es preciso recordar como durante siglos rendimos honor a un «descubridor», que dio antesala a 500 años de barbarie, saqueo y dominación.
Hoy a dos días de conmemorar 524 años de Resistencia contamos con un Ministerio del Poder Popular para los Pueblos Indígenas, y un recién lanzado 1er Registro Nacional de Patrimonio Cultural de los Pueblos y Comunidades Indígenas; sintámonos pues orgullosos de seguir resistiendo y de contar con el salto de agua más alto del mundo, ¡y se llama llama Kerepakupai Vená!