Mirla Alcibiades compartió hallazgos sobre la incursión de la mujer en el periodismo venezolano

21 septiembre, 2017

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Susana Alvarado, Quelin Montilla y Javier Guerra coincidieron en la importancia de la lectura para construir una cultura de paz

Texto: Jufany Toledo / Fotos: Ronald Montaño

Entre 1872 y 1910, treinta y cuatro medios de comunicación social de nuestro país fueron fundados por mujeres. Esa afirmación se desprende de una acuciosa investigación realizada por Mirla Alcibiades, acerca de las primeras periodistas venezolanas y su incursión en un oficio, que para la época se consideraba destinado a los hombres. La misma fue presentada durante su conferencia en la primera jornada del 3er Encuentro del libro y la lectura como constructores de identidad, que se está celebrando en la Biblioteca Nacional.

Se trata de un trabajo que, desde hace 20 años, viene realizando esta destacada historiadora, a objeto de construir un catálogo que de cuenta de la participación de la mujer en el periodismo venezolano; ya que al realizar sus investigaciones se encontró con que existía un gran vacío de información sobre este tema; lo cual la ha llevado a realizar un trabajo de filigrana para sistematizar, al menos durante esos 38 años, período establecido por Alcibiades, motivado a que en 1872 obtuvo el primer hallazgo y en 1910, al celebrar el centenario de nuestra Independencia, muchas mujeres participaron y escribieron en los periódicos.

A lo largo de su investigación, Mirla Alcibiades se ha encontrado que durante ese período de estudio, Venezuela supera a otros países latinoamericanos, en el número de periódicos y revistas fundadas por mujeres, seguida de Cuba con 20 títulos, Colombia con 15 y Lima con 12, por ejemplo. El primer medio reseñado fue Ensayo Literario publicado entre 1872 y 1874, en Caracas, dirigido por Isabel Alderson; y para sorpresa de la investigadora, no sólo las señoritas de la capital se animaron a escribir, varios de los medios analizados vieron luz en el interior del país, destacándose en segundo lugar la ciudad de Coro, estado Falcón, en donde se originaron siete de los 34 medios que forman parte de su investigación.

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En ellos, el humor de la mujer venezolana se pone de manifiesto no sólo por los seudónimos utilizados, sino también al colocar los nombres de dichos medios, entre los que se encuentran: La Alborada, Caracas, 1881, redactoras: Consuelo, Pepita, Amira, Corina, Alida, Eda, Josefina, Reneta y Malvina; en el mismo año, La Audacia de Macuto, redactado por Dilia y Débora; en 1889, Ña Fernanda, de Táriba, en el cual se acude a seudónimos como «Zoila Rosa del Valle»; en 1890 El Chistoso, de Coro, manuscrito, Periódico humorístico de la Sociedad Alegría; cuyas damas también escribieron Flores y Letras, entre 1891 y 1895.

La lista de los 34 medios presentados, finaliza con Idilios de Pampán, estado Trujillo, entre 1909 y 1911, dirigido por María Cristina y María Ernestina; y La Violeta Azul de Colón, estado Táchira, dirigido por Hercilia Vivas Colmenares y administrado por Victoria Costa Reina, entre 1910 y 1915.

Durante su intervención, Alcibiades compartió diversos detalles inherentes a su investigación realizada entre la Biblioteca Nacional y la Academia Nacional de la Historia, en la cual se leyó más de 2800 fichas que contenían además del título, el año de fundación y los nombres del equipo editorial. Para finalizar, enumeró las colecciones y ejemplares extraviados, y solicitó el apoyo de los presentes a fin de que le hagan llegar cualquier nuevo hallazgo que contribuya con su investigación, aún en desarrollo.

En dicha jornada también se presentaron las ponencias “Vamos a leer: la lectura como herramienta para la integración escolar”, de Susana Alvarado; “La urdimbre literaria forjadora de la identidad nacional”, de Quelin Montilla Uzcategui; y “Los programas de extensión bibliotecaria y la construcción de una cultura de paz, en los espacios del punto y círculo”, a cargo de Javier Guerra, bibliotecario de la Red de bibliotecas públicas del estado Trujillo.

Estas tres conferencias tuvieron como punto coincidente, el poder transformador de la lectura literaria. Tres proyectos diferentes, ejecutados en tres regiones distantes entre sí, demostraron que la promoción y el ejercicio de la lectura, tienen la facultad de generar y construir espacios para la paz.

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