Charles Bukowski, figura central del “realismo sucio”, está más vigente que nunca

9 marzo, 2018

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El polifacético autor dejó constancia de una vida desordenada en centenares de escritos

Texto:Lisa Santamaría/Foto:Adianez Gutiérrez/ Prensa IABNSB

Charles Bukowski nació el 16 de agosto de 1920 en la ciudad alemana de Aldernach, en el seno de una familia pobre. Su padre era un oficial norteamericano y su madre una ama de casa alemana. Cuando contaba dos años de edad se mudó con su familia para Los Ángeles, Estados Unidos, donde pasó el resto de su vida. Esta ciudad marcaría su carrera literaria, que se ve visiblemente influenciada por la misma.

Aunque se inició en la escritura siendo joven (con 24 años hizo la primera publicación de un relato,Aftermath of a Lengthy Rejection Slip”, conocida en español como “Consecuencias de un resbalón de rechazo prolongado”, para la revista “Story Magazine”, pero frustrado con el proceso abandonó el primer arte por diez años), no fue sino hasta la década de los 60 cuando su obra aparece en editoriales y revistas alternativas.

Estudió periodismo en la Universidad de los Ángeles, pero la difícil relación que tenía con su padre hizo que abandonara los estudios dos años después de haberlos comenzado, y empezó a ganarse la vida trabajando en cosas dispares, que iban desde lavar carros hasta ejercer el oficio de cartero, labor de la que dejó constancia en su primera novela “Post Office” (“El cartero”) de 1971, sátira sobre el aburrido trabajo de un oficinista de correos. Este oficio comenzó a desempeñarlo en la década de los cincuenta, permaneciendo en el mismo durante tres años; luego de un período escribiendo poesía volvió a retomarlo y permaneció en el durante diez años, hasta que finalmente en 1969 el editor John Martin de la revista “Black Sparrow Press” le ofreció un pago de cien dólares mensuales de por vida por sus escritos, y fue entonces cuando definitivamente renunció al oficio de cartero, ocupación ésta en la que nunca se sintió a gusto.

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Su obra

La forma de vida de Bukowski, entregada al alcohol y el andar sin rumbo fijo, definió los personajes de sus obras, seres estrafalarios y marginales; fracasados que se cruzan por un momento en cualquier lugar, a cualquier hora, con la única finalidad de compartir un par de tragos, unas cuantas anécdotas y tener sexo.

Figura central del “realismo sucio” norteamericano, su escritura se caracterizó por tener un estilo brutal y llano. Su poesía es un verso rudo, áspero y claro, y sus relatos, abundantes en datos autobiográficos, conservan un lenguaje directo y sin florituras típico del género que desarrolló. Los finales de sus historias por lo general son subidos de tono, y las atmósferas son sórdidas y cómicas a un mismo tiempo, con un manejo del lenguaje coloquial que casi raya en lo ordinario.

Todas sus obras en prosa han sido traducidas y publicadas en español, y en la Biblioteca Nacional de Venezuela se puede encontrar “Corriendo con la presa”, que ya pronto estará al alcance del público general, y el libro “Por los caminos de Charles Bukowski” de Benito Mieses. Ambas obras se pueden revisar en la Colección General de BNV, en el piso AP1, bajando las escaleras que están justo frente a la entrada de la sala de referencias.

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Sus personajes son seres con los que el autor tuvo trato en sus frecuentes vagabundeos: prostitutas, alcohólicos, vagos, buscavidas, jugadores arruinados y bravucones cuyas maneras de ser resultan de la mezcla de la propia personalidad del autor, más las percepciones que guardaba él de la gente con la que se rodeaba, lo que da de resultas un material altamente autobiográfico. El tema de sus relatos habla siempre del conformismo y la mediocridad con la que los personajes asumen su destino, aunado al uso- abuso del alcohol y el sexo como un medio para escapar del tedio y la miseria.

Como escritor contaba con carencias y virtudes; su carencia radicaba en la falta de capacidad descriptiva, falta que veía solventada por la facilidad con la que cortaba los prejuicios, las ideas preconcebidas y las normas de moral con sus frases como cuchillos, rebanando a su paso el orden establecido dejando ver el lado sucio de la vida, la falta absoluta de compromiso con nada ni con nadie y el conformismo desbordante de placer de quienes viven la vida sin ningún objetivo en específico. Así vivía y escribía Bukowski.

El sexo es una presencia recurrente en sus relatos, y lo aborda desde una perspectiva más bien soez, que raya casi en lo grotesco y lo asqueroso, siempre con un toque de desidia, y el alcohol baña cada uno de los relatos y poemas de Bukowski, que dejaba mucho de sí en cada letra que escribía.

Hoy en día su nombre se ha hecho más conocido gracias a las redes sociales, que hacen uso de sus frases lapidarias y descarnadas para describir costumbres, actos y máximas de la vida diaria y las relaciones amorosas actuales, por eso es importante señalar algo sobre su vida y su obra literaria, para que el público en general tenga una visión mas íntegra de su persona y haga uso de sus frases con mayor propiedad.

En la Biblioteca Nacional de Venezuela se encuentran dos libros de su factoría, uno llamado “Corriendo con la presa”, libro de poemas que actualmente se encuentra en proceso técnico, y también una recopilación hecha por Benito Mieses de poemas del autor, llamado “Por los caminos de Charles Bukowski”, el cual se puede ubicar en la Colección General (AP1) de la biblioteca (cota: 811. 54B932). Además de estos, en la sección de Archivo Audiovisual de BNV se encuentra el film “Barfly” (“El borracho” o también “Mariposas de la noche”), una película dirigida por Barbet Schroeder en 1987 donde Bukowski fungió como guionista.

Charles Bukowski dejó un amplio legado bibliográfico, entre los que se encuentran relatos, ensayos, diarios, cartas y, sobre todo, poemas que ocupan varios volúmenes. Posteriormente a su muerte, ocurrida el 9 de marzo de 1994, se siguen encontrando manuscritos inéditos que poco a poco han ido saliendo a la luz y que son fielmente leídos por sus hoy múltiples seguidores.

Con su “realismo sucio” lleno de sarcasmo y humor que a veces juega a causar repugnancia, Charles Bukowski pasa a la posteridad como un autor que supo poner sobre el tapete una forma de ver y vivir la vida, sin falsos pudores, de forma rápida y sin esperar nada a cambio; una especie de visionario del modo de actuar de la juventud de hoy en día. Con sus relatos y poemas viciados de tragos y sexo barato, hace Bukowski, tal vez sin quererlo, una metáfora de la cotidianidad actual, que a veces parece quedarse mirando al vacío como escuchando las voces de la nada y del profundo hastío.

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