Sade: caleidoscopio de pasiones
2 junio, 2018
La literatura erótica tiene en este autor su máximo exponente
Texto: Renny Marrero/ Foto: Adianez Gutiérrez
“¡Oh hombre, sólo escuchas tus pasiones!
Una bestia hubiera sido menos cruel,
los tigres en el fondo de los más inhóspitos desiertos sentirían horror ante tus fechorías”
El erotismo literario ha vuelto a captar la atención de miles de lectores en todo el mundo gracias a la trilogía 50 sombras de Grey (2011) autoría de la británica E.L James, se trata de una apasionante historia narrada en tres actos en que se cuenta una atípica historia de amor con elementos sexuales como la dominación y la sumisión. Las nuevas generaciones de lectores, principalmente las adolescentes se han sentido fascinadas por esta saga y sus versiones cinematográficas que desde 2015 han llegado a la gran pantalla de la mano de directoras como Sam Taylor-Wood rindiendo un verdadero homenaje al erotismo.
Lo que quizás muchas de las fanáticas de la maratónica aventura sexual protagonizada por Anastasia Steele y el joven magnate de negocios Christian Grey ignoren es que tras el comportamiento de estos personajes y sus practicas de sado-masoquismo se esconde el nombre de uno de los escritores más controversiales de todos los tiempos, se trata de Donatien Alphonse François de Sade, mejor conocido en el mundo de la literatura universal por su título nobiliario: Marques de Sade.
Este interesante personaje a quien podemos considerar como padre del erotismo literario fue autor de una serie de novelas de subida libido que conforman hoy por hoy la fuente de inspiración de escritores contemporáneos como la antes mencionada E.L James, la española Megan Maxwell creadora de la saga Pídeme lo que quieras (2013) y de la monumental y menos comercial Historia de O (1962) autoría de la francesa Pauline Réage, sobre estas novelas hablaremos en futuras entregas dedicadas a la literatura erótica, por ahora ocupémonos en conocer un poco más de la vida y obra del libertino inspirador de tan seductoras páginas…
Donatien Alphonse François de Sade nació tal día como hoy, 02 de junio pero del año 1740 en París, Francia, en el seno de una familia de noble abolengo, heredó el título de Marques en 1767 tras la muerte de su padre, su vida estuvo rodeada de escándalos y persecuciones que lo llevaron varias veces a prisión, sus practicas sexuales, su ateísmo radical, su sinceridad descarnada y una atrevida pluma con la que denunció la hipocresía de la sociedad que le tocó padecer y enfrentar le valieron múltiples y poderosos enemigos así como la admiración de grandes personajes como Rimbaud y Dostoyevsky, es que ante “El libertino” o “El monstruo” como también se le llamó no se podía permanecer imparcial, se la amaba o se le odiaba pues contaba con la capacidad de despertar torrentes de pasiones bien fueran de atracción o repulsión, un don que a lo largo de su vida se fue convirtiendo en la peor de las maldiciones llevándole a vivir un triste final signado por la ruina y el olvido como ya veremos.
Una pluma entre rejas
Cuentos, ensayos y obras de teatro acompañaron la publicación de sus novelas consideradas como pecaminosas, vulgares y hasta malditas por sus detractores, entre sus obras más destacadas se cuentan Justine o los infortunios de la virtud (1791), Aline y Valcour (1793), La filosofía del tocador (1795), Juliette o las prosperidades del vicio(1797), Los crímenes del amor (1800) y Los 120 días de Sodoma publicada póstumamente en 1904, cada una de estos títulos fueron considerados por la prensa, la iglesia y la clase política francesa de finales del siglo XVIII como la altisonante obra de un “monstruo obsceno” siendo Justine y Juliette las más famosas y controversiales convirtiéndose a su vez en una de las causas por las que el autor pasó prácticamente la mitad de su vida entre rejas.
Sade, fue visto por sus contemporáneos como un escritor maldito, sus libros fueron incluidos en el “Index librorum prohibitorum”, es decir Índice de libros prohibidos de la Iglesia Católica, además tuvo la mala suerte de ser enemigo por igual de revolucionarios y monárquicos, se salvó por muy poco de la guillotina pues tres regímenes diferentes lo encarcelaron: la Monarquía que lo encerró en la fortaleza de Vincennes, la Revolución Francesa que lo trasladó a varios presidios, entre ellos La Bastilla y la Era Napoleónica que lo llevó al manicomio; resulta casi un chiste cruel saber que una de sus más encarnizadas enemigas y persecutoras fue Madame de Montreuil, su poderosa suegra quien de buena gana contribuyó a su captura y encarcelamiento en Vincennes y a su reclusión en el manicomio de Charenton donde culminaría sus días acusado de una particular forma de locura: “libertinaje demencial.”
Cuentan los cronistas que Sade ocupó un calabozo en la fortaleza de La Bastilla hasta dos días antes de la toma de ésta por las enardecidas hordas revolucionarias que le prendieron fuego el 14 de julio de 1789. La más famosa y cruel de sus novelas, Justine o los infortunios de la virtud, fue calificada por el propio Emperador Napoleón Bonaparte como “el libro más abominable jamás engendrado por la imaginación más depravada” lo que generó que tanto el padre como la criatura fueran estigmatizados, sufriendo ataques, censuras y destrucción de ejemplares por lo que la novela tuvo que circular en modestas ediciones clandestinas.
Pathos y Eros
Sin lugar a dudas la personalidad de Sade fue muy compleja, su nombre se ha inmortalizado no sólo por la irreverencia de sus sensuales relatos, sino que su apellido a dado nombre al sadismo, condición patológica (del griego Pathos, enfermedad) que clínicamente es descrita según el DRAE como “la perversión sexual o erótica (del griego Eros, deseo) de quien provoca su propia excitación cometiendo actos de crueldad contra otra persona”,otra variante es la del sado masoquismo, práctica frecuente en sus relatos en los que muchos de sus libertinos personajes exigían a sus víctimas ser maltratados al extremo para alcanzar el éxtasis, tal vinculación se debe al estilo literario y al comportamiento de François de Sade cuyas extravagantes preferencias sexuales fueron causa del ensañamiento que la iglesia y el gobierno ejercieron en su contra…
En 1769 se le acusó de intentar envenenar a unas prostitutas durante una orgía, algunos documentos históricos aseguran que se le acusó injustamente, a este capítulo de su vida se le conoce como “el escándalo de Arcueil” previo a este episodio otra mujer le había denunciado por azotarla y sodomizarla utilizando objetos punzo penetrantes, esto aunado al hecho de que se hizo amante de Constance, una joven a la que hizo pasar por su hija en el manicomio en que vivió sus últimos días fue forjando en torno a su persona una leyenda negra según la cual todo aquello que escribía no era sino un truculento anecdotario de sus depravadas vivencias, tal es el caso de los 120 días de Sodoma en el que muchos insisten en ver un reflejo del incidente de Arcueil, aunque la verdad sea dicha sería físicamente imposible que un ser humano soportara los estrambóticos maltratos descritos en sus novelas.
“Nunca, repito, nunca pintaré el crimen bajo otros colores que los del infierno; quiero que se lo vea al desnudo, que se lo tema, que se lo deteste, y no conozco otra forma de lograrlo que mostrarlo con todo el horror que lo caracteriza.”Fue la respuesta que recibieron quienes le acusaron de perverso e intentaron impedirle publicar sus escandalosas obras en las que monjes, políticos y nobles fueron siempre los crueles destructores de la inocencia.
Otros datos interesantes sobre este controversial personaje es que fue, entre otras cosas un destacado héroe militar que durante su juventud participó en la guerra de los Siete Años (1756-1763) como capitán de caballería obteniendo importantes triunfos para el ejército francés. Se vio obligado a contraer matrimonio con Rene-Pelagie de Montreuil, una mujer que definía como odiosa e impertinente, por intereses económicos de ambas familias, pese a ello fue un amoroso padre de tres hijos de los que se vio alejado al romper la infeliz y escandalosa unión, hacia los cincuenta años se convirtió en un atormentado escritor que tuvo que apelar a la dádiva de sus pocos amigos para sobrevivir y poder publicar sus obras.
El libro más abominable
Hacia los últimos años de su existencia lo encontramos recluido en el manicomio de Charenton donde fue encerrado desde 1801 víctima de una obesidad mórbida que le impedía moverse con libertad, arruinado y con la única compañía de Constance su fiel amante, las sombras de Justine y Juliette con sus vicios e infortunios nunca lo abandonaron, aún entre los muros de Charenton cuidadores, doctores y pacientes leves le reconocían como un proscrito creador de aquellos dos aberrantes libros.
La supuesta demencia libertina que le mantuvo recluido en este tétrico lugar no le permitió ejercer ningún otro oficio y tuvo que mantenerse con lo poco que la circulación clandestina de Justine y Juliette le permitían, así como de la dádiva que quizás por compasión le giraban algunos familiares, entre ellos el mayor de sus hijos, en cuanto a su pasión por las letras esta también le fue sesgada, intentó seguir escribiendo pero sus cuidadores y familiares destruyeron lo que sin duda eran valiosos manuscritos y un poco más tarde lo que suponemos fue una artritis deformó sus manos de tal manera que no pudo sostener la pluma y tuvo que resignarse a vivir con el recuerdo de los fantasmas de sus obras, pero ¿qué tan escandalosas pudieron resultar estas novelas?…
Estas historias narran en paralelo las vivencias de la inocente Justine y su hermana Juliette, pese a que entre sus páginas se detallan casos de pedofilia, violaciones, asesinatos y toda suerte de crímenes el lector no asistirá a un relato obsceno ni vulgar sino a uno de refinado lenguaje en que bajo la forma de novela se presenta un complejo tratado filosófico en que se aborda con crudeza la eterna lucha entre el bien y el mal, pero no mediante el enfrentamiento de entes ultra terrenos sino de las pasiones más humanas: Justine, la hermana buena por preservar su honor se convierte en víctima de las barbaridades y vejaciones de una serie de libertinos y sufre un patético, absurdo y tragicómico final mientras su hermana Juliette entregada a la más desenfrenada lujuria goza de las prosperidades del mundo.
Ambas novelas en especial Justine narran sórdidos episodios de inaudita violencia sexual que raya en lo increíble, por otra parte la narrativa no resulta soez sino muy poética, incluso en los más grotescos episodios y los diálogos de sus personajes presentan abundantes debates en que se desafía el orden moral establecido y la hipocresía de la religión, dejando como moraleja final que la crueldad forma parte de la naturaleza humana y la corrupción del hombre castiga con desgracias la bondad haciendo reír al malvado y sufrir al bueno.
Estos elementos, alarmantes para la época de su publicación pueden resultar cándidos a la luz del siglo XXI en que fácilmente se puede tener acceso a este tipo de contenidos con solo un click y en el que el terreno del erotismo abarca con total libertad cada vez más espacio, más allá de los prejuicios o la opinión que el contenido de estos libros puede suscitar debemos reconocer en este autor a un valiente que desafío el estatus quo al ejercer uno de los oficios más peligrosos de todos los tiempos: el de escritor. Invitamos a nuestros usuarios a visitar nuestra colección bibliográfica general donde podrán encontrar los tomos que conforman la trágica historia de estas hermanas bajo la cota 843.6 S125 jus.
Sade murió el 2 de diciembre de 1814 en el manicomio de Charenton aquel mismo día Claude-Armand, uno de sus hijos quemó un fajo de manuscritos inéditos que el oscuro Marques escondía bajo su colchón, privándonos para siempre del sádico disfrute de lo que seguramente, hubiesen sido las más abominables páginas engendradas por la imaginación más atrevida nunca antes publicada y que, pese a todo se mantuvo firme en sus convicciones como lo demuestra este fragmento de una de las pocas cartas que pudo enviar desde el reclusorio:
“Soy un libertino, negarlo sería hipocresía y ocultarlo, mi muerte
sostuve mis extravíos con razonamientos.
No me puse a dudar.
Vencí, arranqué de raíz,
supe destruir en mi corazón todo lo que podía estorbar a mis placeres”…