María Calcaño: Un vuelo fatal entre la luna y los hombres

12 diciembre, 2017

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El erotismo de la poeta marabina desafió la moral de su época

Texto: Renny Marrero/ Foto: Adianez Gutierrez/ Prensa IABNSB 12/12/2017

 

‘‘Yo vengo de un lejano monte desconocido,

con un pecho en la mano como un nardo dormido,

traigo miel en la lengua y el vientre partido como luna en menguante.’’

Tal día como hoy, 12 de diciembre pero de 1906 nació en Maracaibo, estado Zulia María José Francisca del Carmen Calcaño Ortega, quien se daría a conocer tardíamente en la poética venezolana como María Calcaño, una aguerrida mujer que hizo de la pluma y el papel armas con que combatir y protegerse de la moralidad puritana que signó la época que le tocó vivir.

Decimos que fue tardío el reconocimiento de su obra porque fue hasta la década de los ochenta que el compilador Cósimo Mandrillo, publicó una antología poética de la marabina, no es de extrañar que así fuera y que la obra de Calcaño fuese largamente menospreciada pues para aquellos tiempos el erotismo presente en sus versos le hizo víctima del prejuicio, en tal sentido podemos decir que esta autora revolucionó la musa de aquellos años.

Poco sabemos sobre su biografía a no ser por datos que le ubican como una mujer que de a poco fue soltándose del lazo familiar, fue hija de Don Camilo Arístides Calcaño y Doña Francisca Ortega, esta niña que desde su más tierna edad se acercó a clásicos de la literatura como Rubén Darío y Alejandro Dumas, recibió clases de piano, alcanzó tan sólo el tercer grado de escolaridad formándose en los oficios literarios de forma autodidacta, hoy impresiona saber que fue entregada en matrimonio por sus padres cuando contaba apenas con 14 años de edad, fruto de ese prematuro matrimonio con Juan Roncajolo, contador marítimo y funcionario gomecista con quien tuvo seis hijos a los que bautizó como : Juan José, José Andrés, Rómulo, María Teresa, Blanca Viviana y Lila Martha del Consuelo.

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Tinta de mujer

Por su manejo sencillo y directo del lenguaje además de ser pionera en la abierta manifestación del deseo y el goce por parte de las mujeres a Calcaño se le considera la primera poetisa venezolana modernista pues mezcló erotismo y fatalidad en sus versos, aunque no perteneció a ningún grupo literario, compartió con el grupo de intelectuales Seremos en el que conoció a quien sería su segundo esposo Héctor Araujo Ortega; también fue activista y fundadora de la Sociedad Iberoamericana de Mujeres, allí se codea con la militante comunista Olga Luzardo.

Fue admiradora de Alfonsina Storni a quien respetaba y seguramente veía como modelo a seguir, al enterarse de la triste muerte de la musa argentina escribió a su amigo Héctor Cuenca:

‘‘ Unos amigos de Maracaibo desean que ocupe el puesto que dejó vacante Storni.. El verdadero sitial de esta mujer de oro y ámbar es el mar, como del mar viene la vida, ella no hizo otra cosa que marchar a sus orígenes: como tal, no ha muerto. Está llena de misterio como los mares del mundo’’.

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Fugaz como el deseo

Apenas tres obras conforman su legado bibliográfico, aunque su obra no fue muy extensa aportó maravillosas piezas poéticas a las letras venezolanas, en 1935 aparece su primer poemario titulado Alas fatales, este recibe duras criticas por parte de los defensores de la moral que le consideraron escandaloso y contrario a la decencia y las buenas costumbres, le condenaba la misma sociedad que veía como algo natural entregar a una niña en compromiso… Veintiún años después publicaría su segundo libro con el nombre Canciones que oyeron mis últimas muñecas (1956, este es el mismo año de su fallecimiento), y Entre la luna y los hombres (1960), el cual se publicó de manera póstuma.

María Calcaño murió en su natal Tierra del sol Amada, en su casa del sector El Milagro a causa de un cáncer pulmonar el 23 de diciembre de 1956 cuando contaba apenas 50 años de edad; su poesía constituye un ejemplo de feminismo que se hizo militante desde las letras, le escribió a la transición de la niña convertida en mujer, a la maternidad, al cuerpo femenino, al deseo y la sensualidad como elementos de liberación de la mujer en un periodo histórico en que tales temáticas se consideraban un tabú pues así lo exigían el decoro y las buenas costumbres.

El valor de la obra poética de esta autora ha sido reconocido y compilado en varias antologías de poesía venezolana entre ellas destacan: Cuerpos desnudos, hechos ardientes. Poesía erótica venezolana (Editorial Aguilar. Caracas, 2008) Donde la boca que te busca, Antología femenina (Fundación Editorial El perro y la rana, Guarenas, 2011) y la edición de Monte Ávila Editores Latinoamericana del año 2008 con selección y prólogo de María Eugenia Bravo incluida en la colección Biblioteca Básica de autores venezolanos entre otras; desde el Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y de Servicios de Bibliotecas IABNSB invitamos a encontrarnos con el eco de su grito indómito y permitirle así cumplir la profecía de su poema ‘‘A quien lea’’ con el que abre su primer libro Alas fatales :

‘‘Quien quiera que seas,

en risa vagabunda o árbol de emoción,

estaré en ti cuando me leas, pero estaré en ti’’

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El deseo

Revelate gigante,

que en mi vida tú cabes.

A golpes de latido

quitame cien años de codicia.

¡Ábreme la vena, abundante…

que la tengo estrecha !

Déjame una brecha,

Deja que me dure el goce

del hombre delante.

De un golpe

A cuerpo desplomado

dame la dicha…

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Salvaje

Quiero un amor salvaje.

Llama de besos fuertes

que me dejen rendida…

y un ardiente oleaje

que en los vasos inertes

me derrame la vida.

Esta locura estraña

forja un amor desnudo

con fuerza de tormenta

y sabor de montaña:

un golpe fuerte y rudo

en la carne sedienta.

Yo me siento en las venas

la sangre poderosa.

Y grito y espero ansiosa

quien me mate el veneno.

 

 

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