“La arquitectura es un acto social por excelencia”: Carlos Raúl Villanueva

30 mayo, 2018

Mago de la luz, su magia radica en el uso de la misma y los espacios bien ventilados, que se alejaban de preciosismos y apostaban por la realidad

Texto: Lisayde Santamaría/ Fotos: Adianez Gutiérrez/ Prensa IABNSB 30/05/2018

Nació en Londres, Reino Unido, hijo de un diplomático venezolano y una mujer francesa. De esa unión nacieron cinco retoños, pero él fue el único de ellos que escuchó el llamado de su sangre en parte caribeña, y a los 28 años vino a vivir a Venezuela para regalarnos una nueva forma de ver y vivir la arquitectura, integrándola a nuestros paisajes y cotidianidad hasta los tiempos presentes.

Son muchas las publicaciones impresas que hablan de la vida y obra de este diseñador y constructor de maravillas, que pueden ser encontradas en la Colección General del Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y de Servicios de Bibliotecas (IABNSB), con hermosas imágenes que enseñan al maestro con sus planos, en la comodidad de su casa, con su amada esposa, en reuniones con importantes personajes de la época y también frente a sus creaciones, así como a las obras en sí.

Algunas de estas obras son: “Villanueva: la síntesis” de Maciá Pinto (cota: 720.92 V718p); “Villanueva: umbral de un descubrimiento paisajista” de Aguedita Coss (cota: 378.877 C836); “Villanueva y la arquitectura en Venezuela” de Sibyl Moholy (cota: 720.987 M698); “Villanueva en tres casas”, hecha por la hija del arquitecto, Paulina Villanueva (cota: 720.987 M698).

Más estos son sólo algunos de los libros que hablan sobre el reconocido proyectista y su oficio. Existen muchos otros con el mismo valor sapiencial al alcance de quienes deseen ilustrarse sobre este personaje y sus creaciones, algunas de las cuales, como por ejemplo la Ciudad Universitaria de Caracas, son valiosas incluso a nivel internacional (fue reconocida Patrimonio Cultural por la UNESCO, en el año 2000).

Pero volvamos al protagonista de estas líneas y sigamos en donde quedamos: en 1928 llega Carlos Raúl a Caracas, y al poco tiempo se pone en contacto con el desaparecido Ministerio de Obras Públicas; gobernaba en ese entonces el país Juan Vicente Gómez. Consigue pues de parte del ministerio la aprobación para dar vida a tres proyectos: la remodelación del Hotel Jardín en Maracay (1929), luego la Plaza de Toros  de Maracay “César Girón” (1931), para cuatro años después, entre 1935 y 1937, dedicarse a la creación de una sede propia para el Museo de Bellas Artes y Ciencias de Caracas, de estilo neoclásico, misma que fue inaugurada por el presidente Eleazar López Contreras en 1938.

En medio de estos proyectos, cursando el año 1933, Villanueva contrae matrimonio con la joven Margot Arismendi, hija de uno de los primeros urbanistas de Caracas, Juan Bernardo Arismendi. Arraiga entonces su vida personal a tierra venezolana, para volver en 1937, luego de finalizar el proyecto del Museo de Bellas Artes, a París, donde termina sus estudios en la Academia de Bellas Artes de esa ciudad.

En 1940, de vuelta en Caracas, comienza el proceso de reurbanización El Silencio, mezcla de lo colonial con las comodidades propias de la urbe moderna. Dicha urbanización fue terminada en 1944, y representa un aporte social, cultural, amén de estructural que llenó de orgullo al Estado, y significó un cambio de aires para los habitantes de la zona, pues gracias a la misma se demolieron una gran cantidad de bares y prostíbulos que afeaban el lugar y lo hacían inhabitable para las familias.

Como podemos observar, sus creaciones estuvieron siempre destinadas más a lo público que a lo privado, pues consideraba que en lo segundo conseguiría limitaciones, mientras en lo primero, dada su vocación social, podría actuar más “a sus anchas”. El arquitecto veía su labor como una ventana a través de la cual se podía conocer el estado general de una época en un determinado lugar, siendo que cada tiempo y espacio traía consigo posibilidades y oportunidades que le eran propias.

Son obras suyas también la Urbanización 23 de enero y el Museo Jesús Soto de Ciudad Guayana, última de sus construcciones, edificado en 1975, entre otras.

Amante de la luz y del espacio, consideraba que sin ellos la arquitectura no podía ser sentida ni vivida, y cada uno de sus proyectos estuvo empapado de estas dos características, convirtiéndose estas cualidades en la firma de Villanueva en todas sus construcciones.

Villanueva trabajó casi hasta el último suspiro de su existencia, y su labor perdura y forma parte del día a día de nuestras vidas, pues en muchas de sus construcciones hace vida el venezolano de hoy en día.

Si deseas conocer más de cerca al padre del modernismo arquitectónico venezolano del siglo XX, puedes visitar también, en el IABNSB, la Colección de Diseño y Obra Gráfica de la institución, donde se encuentran resguardadas fotos, afiches, y otros materiales visuales del valioso Villanueva, orgullo venezolano.

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