Un árbol trasciende su historia en los alrededores de la Biblioteca Nacional
12 junio, 2019
Es tanto el afecto que algunos habitantes de las parroquias Altagracia y San José sienten por el centenario árbol, que hasta un hermoso poema le ha dedicado el poeta Aníbal Isturdes Rodríguez
Texto y fotos: José David Delgado / Prensa IABNSB
Diversos son los tesoros que se albergan en la Biblioteca Nacional, así como en sus alrededores. Uno de ellos es poco conocido por la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas de la gran urbe capitalina, pero de gran significación histórica, nos referimos a un Samán que curiosamente es denominado de tres maneras por aquellos que saben de su maravillosa existencia.
Samán de la Trinidad es uno de sus nombres, debido a su proximidad a la capilla de la Santísima Trinidad; igualmente se le conoce como Samán de Catuche, por su cercanía a la quebrada homónima; y por último como Samán de Bello, porque bajo su sombra los ilustres maestros Andrés Bello y Simón Rodríguez impartieron clases a Simón Bolívar. De allí su trascendencia histórica.
El Samán, que además es descendiente del Samán de Güere, y está ubicado en el ala sur de la Biblioteca Nacional, próximo a la Sala Juan Bautista Plaza, en el Foro Libertador, fue sembrado, de acuerdo con algunos historiadores, durante el siglo XVIII, específicamente en el año 1753, tres décadas antes del nacimiento del Libertador.
Compromiso con este tesoro histórico
En el marco de los 186 años de esta institución, se ha planteado el diseño de un plan para el correcto mantenimiento fitosanitario al señalado árbol, debido a que algunas plantas parásitas estarían afectándolo.
Con las estrategias que se delinean se buscará brindar al árbol estabilidad y bienestar para que las futuras generaciones también sigan admirándolo y contemplándolo como parte de nuestro patrimonio natural e histórico.
Asimismo, desde la Biblioteca Nacional se planea enviar semillas del citado Samán a las diferentes sedes de la red de bibliotecas públicas, con el objeto de que se siembren, y al mismo tiempo se promueva una mayor concienciación sobre la importancia histórica y pedagógica del mismo, ya que a través de este Samán podemos identificarnos, descubrir y relatar nuestra historia como venezolanos.
Al Samán también lo bañan de poesía
Es tanto el afecto que algunos habitantes de las parroquias Altagracia y San José sienten por el centenario árbol, que hasta un hermoso poema le ha dedicado el poeta Aníbal Isturdes Rodríguez.
Caracas, Día del Árbol 26 de mayo 2019
POEMA ÁRBOL DEL SAMÁN DE BELLO
¡Oh bello Árbol Samán de Bello
A tus pies con devoción, pregunto
¿Por qué te llaman Árbol Samán de Bello?
Antes solían decir Samán de Catuche
o Samán de la Trinidad.
Dime, ¿ahora dónde están las riberas
del río Catuche de Cristalinas
y saltarinas aguas cual llegada
de rocíos del hermoso cerrillo
del Ávila?
¿Es cierto de Andrés Bello
y Simón Bolívar que solían leer
de jóvenes la cultura de entonces
antaño de Caracas, cuyo
encuentro de amistad y de vida
fue el árbol Samán de Catuche?
¿ Acaso es verdad que Andrés Bello
solía con lagrimas de ancianidad
en sus evocantes ojos escribir; de
querer, sentir y dar un instante
de su vida de estar a la orilla
del árbol de Samán?
¿Será cierto del universal genio
de Alejandro Von Humboldt, de la poetisa
Gabriela Mistral, del Premio Nobel
Pablo Neruda y el fervoroso soñador
de la libertad de Cuba José Martí
que dieron lugar de ejemplo viviente
de solaz sentimiento de conocer
en vida el árbol Samán de Bello?
¡Oh bello árbol Samán de Bello!
¡Oh bello árbol Samán de Bello!
¿Por qué ahora te olvidamos?
¡Madero verde del alma,
alma madero verde,
a tus pies rindo el amor
de tus hojitas, flores y semillas
y el verde verde de tus hojitas,
sin olvidar el polen de tu rocío nocturno,
llenas de historia y de cultura
que ahora, bajo el dolor del abandono
y sequía de la ciudad de Caracas,
los caraqueños olvidan no suplicarte
las goticas de agua y riego y cuido
en el gemir de tu vida de árbol!
¡Ah, la,la, la lay! como canto de mayo
resplandor puro del paisaje
pueblo y vida
de sol y luna
sin aguacerito de mayo
y casita de teja
sin pausa el tiempo y gloria
aliento del espíritu caraqueño
canto de ave alada de mariposas
con senderos de hormigas,
orilla de las yerbas Caracas
arillado amaranto
en piedras del cantarino río Catuche!
¿Comó con mis lágrimas de poeta
puedo conservar piedad de semillas
y sembrarlas con los niños, jóvenes
hijos del amado pueblo
de Caracas a lo largo y ancho
de la Venezuela hermosa
extensivo patrimonio y vida de América
cual corazón de oro Orinoco
cuido de amor a la Patria buena?
¡Oh, desvarío de humilde Quijote
árbol del Samán de Bello
madero verde de la vida
madero universal de amor!
¡Quién habrá de darte amor
de historia y cultura,
orgullo intangible de patrimonio
de la Caracas de ahora
-inolvidable lugar de la Pastora, San José
Altagracia y del ayer venerado
sendero de los indios Toromaima
Caribe voz sembrada
en nuestros corazones-
con el olvido al árbol
y sonrisa de este siglo
exigencia de la naturaleza
libertad y paz
de amar a los árboles!
¡Ay, árboles que lloran
mi dolor de no salvarlos
Si, ha de morir el árbol
del Samán de Bello
y la campiña de sus hojas
que no sembramos en hermosas
riberas de la flora del valle
de Caracas e imponente Ávila
que guarda el Waraira Repano!
¡Oh, levántate bello árbol
árbol bello levántate!
Madero de la vida
en los niños, jóvenes
de las escuelas nobles
y sublimes que entregan
sudor y manos de sembrar
y continuar el hacer de la alegría
de un vivero con semillas
del árbol Samán de Bello.
Cuál no sea un sueño
trémulo, de ternura de plantas
que recuerden siempre
ser hijas del Samán,
Samán de Bello
Con el alma viviente
de Simón Bolívar
de Andrés Bello
de Simón Rodríguez
del padre Pedro Pablo Barnola
de Alirio Oramas
de Tobías Lasser
de Jesús Hoyos
de Luis González Guillén
de Gustavo Merino
de Argelia Silva
de Marlene Peña
de Ana Millán
de Wendell Gouveia
de María Eugenia Egui
y poesía de oficio puro
y en la Otra Orilla.
Cuyos ojos inmortales
son cobijados aún
por el árbol Samán de Bello
con amor sin soledad del pueblo
solo en este poema
gloria y canto del árbol
solo me queda recoger
y sembrar tus semillas
al corazón pueblo
de la bien amada
Patria de Venezuela.
¡Árbol Samán de Bello,
Oh, bienaventurado árbol
de no olvidarte en este siglo XXI!
Autor: Anibal Isturdes Rodríguez
Vecino de la parroquia San José
Doctor honoris causa
Dedicatoria
Dedico este poema a nuestro Instituto Autónomo Biblioteca Nacional de Venezuela con admiración y respeto en el mes de su aniversario previsto para el 13 de julio de 2019 y con amor a mi pueblo y patria de Venezuela.