Gabriel Saldivia: ‘‘No se puede salir ileso de estas estanterías’’

20 agosto, 2019

El poeta compartió anécdotas sobre su trayectoria en la Sala de Libros Raros y Manuscritos

Texto y Foto: Renny Marrero/ Prensa IABNSB 16/08/019

Con un ameno conversatorio lleno de anécdotas y curiosas vivencias el poeta Gabriel Saldivia rememoró las tres décadas de arduo trabajo, pero sobre todo la pasión y entrega, que dedicó a Libros Raros y Manuscritos, colección del Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y de Servicios de Bibliotecas (IABNSB).

Saldivia confesó que nunca llegó a imaginar que trabajaría en una biblioteca, menos aún en la Biblioteca Nacional, pues cuando llegó a Caracas era un joven amante del teatro deseoso de desarrollar su potencial sobre las tablas, pero una serie de felices acontecimientos lo llevaron a ingresar en la que se convertiría en su segunda casa y su gran pasión: Libros Raros y Manuscritos, allí conocería a quien define como su maestro, el especialista en libros antiguos Iván Drenikoff.

Desde ese momento y de la mano de Drenikoff, la suerte estuvo echada para Saldivia. A finales de la década de 1980 en la esquina de San Francisco (antigua sede de Biblioteca Nacional), comienza a laborar en la colección de Manuscritos y Documentación Antigua. Uno de los primeros archivos con que tuvo contacto fue con las cartas de Teresa de la Parra, fue así como descubrió que en la labor de organizar este tipo de materiales hay siempre algo más que el mero hecho de catalogar.

‘‘Quieras o no terminas involucrándote y hasta sintiendo un afecto vivo y cercano por el autor de esos papeles. No se puede salir ileso de estas estanterías’’, sentencia al recordar cómo fue fraternizando con la memoria escrita atesorada en dichos documentos. Así, el poeta hizo suya la tristeza de las cartas de Teresa de La Parra, desentrañó la manía y minuciosidad de Francisco Herrera Luque, descifró las extravagancias de un Pablo Neruda que firmaba solo con tinta verde y testimonió la costumbre de Luis Beltrán Guerrero de usar papel de distintos colores para los diversos géneros literarios en que incursionó.

Son muchas las vivencias y anécdotas que guarda Saldivia y que cuenta con lujo de detalles a quienes quieran oír las memorias de un fabulador tocuyano, que se declara enamorado de los raros textos, Algunas son tan pintorescas que vale la pena recrearlas como pequeños tips:

*A Libros Raros llegó una colección de obras de Pablo Neruda que fue rescatada de las barbaries del fascismo, todos y cada uno de los tomos fue autografiado y dedicado a distintas personas por parte del autor, siempre con tinta verde.

*Herrera Luque era tan metódico al escribir sus novelas que en sus manuscritos existen rutas o líneas de vida de los personajes y las acciones de los mismos, la propia viuda del escritor verificó el estado de estos archivos que se preservan en un estado de alta calidad.

*Arturo Uslar Pietri donó a Libros Raros el manuscrito de su novela ‘‘La visita en el tiempo’’ para desmentir una acusación de plagio esgrimida en su contra.

*El poeta Juan Calzadilla donó a esta colección dos de sus libretas de notas y otros materiales tras ser convencido de la valía de los mismos.

Más de tres décadas han pasado desde el ingreso de Saldivia a Biblioteca Nacional. Hoy sus compañeros lo reconocen como parte fundamental de Libros Raros y Manuscritos, por eso a muchos sorprendió su confesión, lo cierto es que llegó para quedarse pues, aunque fue jubilado hace poco tiempo, sigue brindando sus valiosos aportes a la institución. Esa es su manera de ‘‘Pasar el testigo’’ a las nuevas generaciones de especialistas y trabajadores que llegan a esta colección.

‘‘Todo lo que aprendemos nos hace entrar en contacto con otras vidas y su continuidad de generación en generación’’, así define Saldivia esa extraña fuerza que se siente al caminar entre los libros de la colección legada por Pedro Manuel Arcaya, poder leer cartas de puño y letra del Libertador o abrir las cajas contentivas de los archivos de Julio Garmendia y otros tantos grandes cuyas letras nos entregan también parte de su esencia.

Gabriel Saldivia, oriundo de El Tocuyo, nació en el estado Lara en 1956. Cursó estudios de Castellano y Literatura en el pedagógico de Barquisimeto y Letras en la Universidad Central de Venezuela, ha publicado los libros de poesías Concierto de pasos (1979), Brasa de sol (1998), Ceniza inicial (2002), El confesor (2003), El corroncho publicado por la editorial La casa tomada (2006), Lumbres de ceniza (2007), Antología poética (2010) y Enjambres. En investigación cuenta con los textos Diputación Provincial de Mérida, Sueño sobre rieles, El archivo de César Rengifo e Impresos de Valentín Espinal. Ha participado en dos festivales mundiales de poesía representando a Venezuela.

Pese al tiempo y a la distancia Saldivia no olvida su terruño, últimamente ha incursionado en el delicado mundo de la literatura infantil y se ha inspirado (con gran éxito) en su Tocuyo natal para crear ‘‘El Tigrón’’ hermosa  narración que nos cuenta las aventuras de  un hombre excesivamente fuerte  que vagaba por El Tocuyo y más recientemente ‘‘Kanko y Ventarrón’’,  el relato de dos colosos de incontenible fortaleza  cuyos rudos juegos hacen temblar la tierra, ambas historias  reflejan entre sus páginas la historia de pintorescos personajes reales que hicieran de las suyas en las calles de aquel pueblito de casitas de colores  a las que Saldivia no deja de evocar regalándonos a todos por igual, grandes y chicos, las aventuras de seres quijotescos a los que la alquimia de las palabras supo convertir en cuentos.

‘‘Todo lo que aprendemos nos hace entrar en contacto con otras vidas y su continuidad de generación en generación’’, así define Saldivia ese extraño hálito que se siente al caminar entre los libros de la colección Arcaya, poder leer cartas de puño y letra del Libertador o abrir las cajas contentivas de los archivos de Julio Garmendia y otros tantos grandes cuyas letras nos entregan también parte de su ser, ese encuentro con la historia y la esencia de la literatura nos habla de la vida permanente más allá de este plano. Por ello Saldivia donó hace tiempo todos los manuscritos de sus poemarios a Libros Raros, asegurándose su estadía entre las estanterías más allá de los 35 años de vida que asegura tiene aún por delante.

 

 

 

 

 

 

 

 

CompartirShare on FacebookShare on Google+Tweet about this on TwitterEmail this to someonePrint this page