Francisco Lazo Martí: la voz del llano venezolano se abre paso hasta el sentir universal

15 marzo, 2018

Médico, político y poeta, dedicó su vida a ayudar a los más necesitados sin importarle el lucro, y consolidó el “criollismo literario” en el país gracias a su pasión por el llano

Texto: Lisayde Santamaria/ Foto: Adianez Gutiérrez/ Prensa IABNSB 15/ 03/018

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Sólo cuarenta años de vida le tomó al bardo Francisco Lazo Martí para dejar a su paso un legado literario reconocido no por lo extenso, sino por el sello indeleble que dejó en la literatura universal; por el intenso amor y el hondo esteticismo rebosante de brillantez con que definió su obra, y que en Martí surgió del cariño vehemente con que veía y vivía el llano venezolano.

Nació en Calabozo, estado Guárico, el 14 de marzo de 1869 cuando en el país escaseaban las escuelas y por contraste abundaban las guerras, como por ejemplo la guerra larga, la guerra de los azules y la guerra de Guzmán Blanco. De familia “rica pero honrada” (“Francisco Lazo Martí: Obra completa”/Carlos Rodríguez/ Editorial ULA/2002/ cota: V861.309 L431o/ BNV), la feliz infancia del poeta dio paso a una juventud bien encausada que mostró su interés desde temprano por las causas sociales, lo que lo llevó a estudiar medicina, carrera que terminaría en 1890, año en que una vez finiquitados sus estudios, se despide de Guárico por largo tiempo y toma el camino hacia el sur del llano, donde comienzan sus añoranzas poéticas, recorriendo los pueblos de la parte occidental del desierto llanero: Nutrias, Libertad, Dolores…

Siendo como era, hombre con el llano metido en el pecho, con los versos y la prosa presentes en todo momento en su pluma, y con un sentimiento profundo de empatía por los más necesitados, su vida fue una tríada que supo combinar de manera espléndida en beneficio de los demás: era médico y poeta, pero también político. Y es así como en 1892, bajo el anagrama de “Tirso Laam”, dedica una oda a los patriotas de la revolución de ese año, que combatían los propósitos continuistas del presidente Andueza Palacio; sin embargo, con el triunfo del Legalismo, Lazo Martí “no se une a la cohorte palaciega del general guariqueño Joaquín Crespo…” (C. Rodríguez, 2002), sino que se dedica a ejercer su profesión de médico entre los enfermos y desvalidos de su querido llano.

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Dice Argenis Rodríguez en su libro “Para conocer a Francisco Lazo Martí”, que el médico “era de carácter sobrio y vestía bien. No era hombre de chistes, ni de guasa, ni de mamadera de gallos (…). Siempre anduvo en compañía de llaneros y se le veía sentado en cualquier tranquero oyendo conversaciones sobre la sabana. En todo caso (…) Fue siempre un hombre circunspecto” (1996. Cota: V861.309 L431pa/ BNV). Esta circunspección en el carácter hizo que resaltara su sentimiento humanitario y su nobleza de espíritu. Continúa Rodríguez en otro apartado: “Lazo Martí, como médico y sacamuelas, no cobra y hasta le regala dinero a los pacientes. (…) Regala los remedios y es entonces cuando se le ocurre meterse a comerciante y vende papelón, queso, panelas, frutos de la tierra, tabaco en rama y café. Tiene algo así como una pulpería” (1996). Este modo de actuar refleja su vocación por el servicio al otro, ya que pudiéndose ganar la vida con la carrera que estudió, prefirió montar un abasto para poder pagar sus gastos y con su conocimiento médico se dedicó a hacer bien a los demás.

Como político, Martí era Crespista, apoyando al general (Joaquín Crespo) en su Revolución Legalista en 1892, fungiendo como médico más que como matador de hombres, pues nunca estuvo de acuerdo con las guerras. Participó también en el sitio de la Victoria en 1879. En 1901 luchó al lado de los integrantes de la Revolución Libertadora liderada por el banquero Antonio Matos contra Cipriano Castro; en esta batalla Castro resultó vencedor, y Martí tuvo la buena suerte de poder escapar hacia Valle de la Pascua. Sin embargo a la muerte de Joaquín Crespo en 1898, Lazo se aisló de la política. Dice A. Rodríguez que el poeta “acaso estuvo con Crespo porque el caudillo era guariqueño” (1996). Lo cierto es que durante el período en que estuvo inmiscuido, supo combinar esto con su talento literario, y más de un verso y una prosa fueron dedicados a tales intereses, aunque su obra poética más conocida es la “Silva Criolla”, visión lírica de nuestros llanos, con la que Martí llevó a su punto más álgido el nativismo literario, rompiendo los moldes hasta entonces vigentes erigiéndose en la máxima representación creadora del alma nacional.

Como “criollista”, en su escritura Lazo se desentiende del peso de la tradición europea y se basa exclusivamente en temas propios de su región, relacionados con los aspectos de la vida popular y los ambientes rurales, pero no se contenta con el tono descriptivo propio de este género y le aporta una subjetividad que le distancia del resto de los poemas de su estilo y lo coloca en el pináculo de los “nativistas” latinoamericanos, al lado de su compatriota Rómulo Gallegos, José Eustasio Rivera (Colombia), Horacio Quiroga (Uruguay- Argentina), Ricardo Güiraldes y Benito Lynch (Argentina).

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Para 1908 un ataque sorpresivo de hemiplejía, unido al reumatismo que ya soportaba, acorta los pasos del poeta aficionado a la política, y en 1909 abandona los llanos en busca de climas más cálidos y se va al mar en Maiquetía (estado Vargas), pero el 9 de agosto de ese mismo año empeora, sufre una apoplejía cerebral y abandona este mundo luego de dejar una obra reconocida no por su extensión si no por su calidad estilística. Actualmente sus restos descansan en el Panteón Nacional.

En la Biblioteca Nacional se guarda un amplio registro de documentos que tratan sobre Lazo y su obra, y libros propiamente del autor, que el lector interesado podrá investigar si se dirige a la Colección General de la Biblioteca Nacional, ubicada en la avenida Panteón de la parroquia Altagracia en Caracas. Una visita a la biblioteca pondrá al lector al tanto de los libros de su gusto que se encuentran en la misma, y también de otros muchos libros que pueden hacer las delicias de quienes se tomen el gusto de leerlos.

    

 

 

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