El recorrido se inició en el Archivo Audiovisual de Venezuela, donde el deportista pudo apreciar más de 60 fotografías de las colecciones Leo Benítez y Catalá, dedicadas al boxeo, que documentan momentos trascendentales de su carrera, entre ellos las olimpiadas México 68.

De ellas, unas cuantas llamaron particularmente su atención: imágenes del apoteósico recibimiento que le dio el pueblo venezolano tras su regreso de los Juegos Olímpicos. Las evocaciones no se hicieron esperar, y las anécdotas, tampoco. Ese día –recordó– “el avión  no hallaba donde aterrizar, pues en Maiquetía no cabía un alma’’. Y a Miraflores, en Caracas, le costó mucho a la caravana llegar.

‘‘Ver estas imágenes hacen que afloren recuerdos muy hermosos: mis compañeros, mi madre y mi tía que me recibieron con ese mar de gente. Revivir toda esa emoción es algo muy bonito’’, expresó el boxeador cumanés, mientras iba identificando lugares y personas en cada una de las gráficas.

“El mejor homenaje para mí sería ver que otro venezolano gane medalla olímpica de oro en boxeo”, dijo, tras manifestar su interés en donar su presea al Comité Olímpico Venezolano para que sea exhibida al pueblo.

Freddy Contrera, quien acompañó a Morochito durante el recorrido, señaló la importancia de preservar la memoria histórica del deporte criollo, para darla a conocer a las futuras generaciones. Por ello,  se ha dedicado a promover la creación del Museo del Deporte Venezolano.

De igual manera, informó que, el viernes 26 de octubre, se rendirá una serie de homenajes a Morochito por cumplirse medio siglo de su gesta deportiva, entre estos el lanzamiento conjunto en Paraguay y Venezuela de una estampilla que recuerde el glorioso momento.

La pelea en la que obtuvo la medalla de oro olímpico se llevó a cabo en Ciudad de México, alrededor de las 4:30 de la tarde del sábado 26 de octubre de 1968. Morochito, con su metro 61 de estatura, usó una franela con el número 304 y guantes rojos talla 14. Su contrincante fue el surcoreano Yong-Ju Jee, al que venció en el tercer round, (pese a fracturarse el pulgar derecho), con lo cual se convirtió en campeón olímpico del peso mosca junior (48 kilos). Al momento de la victoria, pensó en su querida madre, Olga Margarita Rodríguez de Brito, y desde el público una joven le arrojó una bandera tricolor, que este estrechó llorando contra su pecho. Ese día nació la leyenda de Morochito Rodríguez, primer medallista de oro venezolano. Solo 44 años después, el esgrimista Rubén Limardo repetiría la hazaña olímpica.

Estos y otros curiosos datos sobre la vida de este hombre sencillo y amoroso, ejemplo para todo un país, formarán parte del Archivo de la Palabra de la Biblioteca Nacional, pues el periodista Miguel Armando García lo entrevistó para la colección audiovisual Memorias del tiempo, que los usuarios podrán disfrutar muy pronto a través de la página http://www.bnv.gob.ve/.