La aventura de leer

18 agosto, 2016

18 Agosto 2016

Texto: Jufany Toledo/ Fotos: Ronald Montaño/ Prensa IABN

Importantes estudios e investigaciones interdisciplinarias evidencian que, la formación de un lector sólo será posible si éste tiene la oportunidad de convivir en una cultura escrita, participar en prácticas sociales de lectura, y acceder a una diversidad de materiales escritos que puedan satisfacer sus intereses y necesidades lectoras; es decir, tener la posibilidad de formar parte de experiencias de lectura, donde existan libros, promotores de lectura y diálogo entre la gente.

Esto es algo que se sabe muy bien en el Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y de Servicios de Bibliotecas, Institución que tiene entre sus tareas la formación de lectores y la promoción del libro y de la lectura. De manera que, como el aprendizaje de la lectura, ocurre desde tempranas edades, en la medida en que las niñas y niños tengan la oportunidad de contar con un ambiente lector, en el que puedan interactuar con lectores, libros, y demás portadores de textos, la sala de lectura para niñas y niños “Mamá Rosa” y todas las bibliotecas públicas, han diseñado planes vacacionales donde el libro y la lectura son los protagonistas.

Con el nombre de “Aventura en vacaciones”, se iniciaron desde el primero de agosto una serie de actividades en la Red Nacional de Bibliotecas Públicas, donde la verdadera aventura es leer; ya que la lectura es un aprendizaje social, que implica un complejo entramado de relaciones cognitivas e interdependientes con el entorno social, cultural, intelectual y afectivo del individuo. Y en ese sentido, los diversos talleres y actividades que en ellas se realizan, tienen como finalidad acercar, de manera directa o indirecta, a los niños a los libros y la lectura.

Si bien es cierto que la formación de un lector autónomo, crítico y participativo, es un trabajo cooperativo que requiere del concurso y la acción mancomunada de la familia, la escuela y las bibliotecas; es en estas últimas donde están los mediadores que pueden orientar a los nuevos lectores (y también a sus padres), en la selección de buenos textos, y especialmente en el disfrute y el goce estético que ofrecen los diversos géneros literarios; ya que si bien se puede aprender a leer -como de hecho se enseña- a partir de los libros de texto, es la lectura y la interacción con los géneros literarios, la que contribuye de manera decidida en la formación de un lector crítico.

Es la lectura literaria la que estimula la creatividad, permite conocer e imaginar realidades distintas y distantes, diversificar los puntos de vista con respecto al mundo circundante, obliga a reflexionar sobre conceptos e ideas abstractas, mejora nuestra producción escrita a partir del uso estilizado del lenguaje, enriquece nuestro vocabulario, y nos permite estrechar lazos con nuestra lengua y con la lengua de otros.

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