Releer a Teresa a 128 años de su nacimiento

5 octubre, 2017

 

Libros y manuscritos de Teresa de La Parra están en la Biblioteca Nacional

Texto: Jufany Toledo / Fotos: Yusneidy Yaguas

En ese periodo denominado en Europa como la “Belle Époque”, que precedió a la guerra franco-prusiana, nace en París, Francia, el 5 de octubre de 1889, Ana Teresa Parra Sanojo, conocida internacionalmente como Teresa de La Parra. Era un tiempo de paz, caracterizado por grandes avances en la tecnología, la arquitectura, el positivismo y el cientificismo.

París celebraba entonces el primer centenario de la Revolución Francesa con una Exposición Universal, en la que se realizaron los Juegos Olímpicos de París, con la participación de 24 países; se construyó la Torre Eiffel, que con el pasar de los años se convertiría en un verdadero icono de Francia; y además se inició la construcción del Metro.

Mientras eso ocurría en Europa, la Venezuela de finales del siglo XIX, estaba en el período post Guzmancista, conocido como el “Liberalismo Amarillo”, ocupaba la presidencia Juan Pablo Rojas Paúl (1888-1890), quien favorece la entrada de religiosos, trae la congregación de hermanas francesas de San José de Tarbes para la educación de las niñas; inauguró el cable submarino La Guaira-Antillas Francesas-Europa; decretó la fundación de la Academia Nacional de la Historia… El país contaba entonces con una población de 2 millones y medio de habitantes.

En ese contexto nace nuestra Teresa, quien fue bautizada en la conocida iglesia de La Madeleine, París, el 1° de Febrero de 1890. Sus padres, Rafael Parra Hernáiz, quien para entonces era el Cónsul de Venezuela en Berlín e Isabel Sanojo Ezpelosín de Parra. Teresa fue la tercera de seis hermanos, y su casa natal estaba situada en la avenida Wagner N° 75 bis.

En 1902 es trasladada a Venezuela, a la hacienda familiar de caña, “Tazón”, ubicada en las cercanías de El Valle, en el entonces Distrito Federal; que más tarde la escritora recuerda en las “Memorias de Mamá Blanca”. Su niñez y adolescencia transcurren entre Caracas y Europa. A la muerte de su padre viaja con su familia a España y cursa estudios como interna en el Sacre Coeur de Valencia, España.

Los Parra Sanojo vuelven a Caracas en 1909 y se instalan en una casa colonial, entre las esquinas de Torre y Veroes. Sus primeros cuentos fueron publicados en 1915, en El Universal y la Revista de París, con el seudónimo de Fru Fru, ya que en esa época escribir no era asunto de señoritas y Teresa fue una mujer decididamente irreverente y adelantada a su tiempo.

Esos cuentos fueron: “Flor de Loto. Una leyenda japonesa” y “Un Evangelio indio: Buda y la leprosa”; y posiblemente también de esta fecha, datan sus cuentos fantásticos, El Ermitaño del Reloj, El Genio del Pesa Cartas y la Historia de la Señorita grano de polvo, bailarina del sol.

En la revista “Actualidades” dirigida por Rómulo Gallegos, publica su “Diario de una Caraqueña por el lejano Oriente”, en 1920; a partir de allí comienza a sonar su nombre; sin embargo, es en 1922 cuando inicia su verdadera revelación como escritora, al obtener un premio especial por su obra “Mamá X”, durante un concurso de cuentos patrocinado por el diario “El Luchador” de Ciudad Bolívar.

Por haber obtenido ese galardón, José Rafael Pocaterra, le solicita una primicia de su obra para publicarla en la revista literaria “La Lectura Semanal”, que tituló: “Diario de una Señorita que se fastidia”, de la cual se imprimieron seis mil ejemplares.

Mi gran placer fue comprobar por mí misma el cariño del público, salía a la calle pedía el número de la revista donde había salido mi novela y al pasar por varios puestos de periódicos y oír de los vendedores esta respuesta: ¿Un novelín que escribió una dama? Eso ya está agotado… Si quiere cualquier otro… Y al oírlo me alejaba feliz, porque las palabras del vendedor me sonaban a gloria”. Confesaría Teresa durante una entrevista.

Teresa usó adecuada y estilizadamente el lenguaje en sus novelas, sentía una gran fascinación por el habla coloquial caraqueña; siempre se sintió y se asumió como venezolana; aunque la mayor parte de su corta vida transcurrió en Europa, donde recibió la influencia de connotados escritores europeos como Flaubert, Maupassant y Stendhal, nunca dejó de recopilar los diversos modismos venezolanos, que luego utilizaba como recursos, al momento de historiar y poner a hablar a sus personajes.

Tal vez la sencillez de su escritura y un estilo fresco y pulcro, alejada de falsas poses, la llevaron a convertirse en una de las más connotadas escritoras latinoamericanas. Sus vivencias en la hacienda Tazón y en la casa colonial de Caracas, fueron un referente en sus escritos, con marcado acento autobiográfico.

Bajo el nuevo seudónimo de Teresa de La Parra, publicó sus dos grandes novelas “Ifigenia” en 1924; y en 1929 se publica la primera edición de las “Memorias de Mamá Blanca”, escrita en forma de crónica familiar, donde rescata y recrea con sencillez las voces y el habla venezolana de su época, evocando además, el mundo de la aristocracia criolla.

La fama de nuestra Teresa no se hizo esperar, sus novelas se publicaron y conocieron primero en Europa y fueron traducidas a varios idiomas. Fue invitada a Bogotá, Nueva York y La Habana a dictar conferencias magistrales, en donde el tema de la emancipación de la mujer resultaba una constante.

En 1931, Teresa comienza a sentir los primeros síntomas de su enfermedad, y muere en Madrid, España, el 23 de abril de 1936, a la edad de 47 años, a causa de una lesión pulmonar, producto del asma y la tuberculosis. Allí fue sepultada en el Cementerio de Nuestra Señora de La Almudena. En 1947, sus restos fueron repatriados y trasladados con honores al panteón de la familia Parra Sanojo, en el Cementerio General del Sur.

Para conmemorar el centenario de su nacimiento, el 7 de noviembre de 1989 su cadáver es exhumado nuevamente y trasladado al Panteón Nacional, junto los grandes hombres y mujeres de la patria.

Teresa no alcanzó a escribir su autobiografía, pero muchos investigadores se han dado a la tarea de reconstruir su vida y su cronología, a partir de la riqueza de sus cartas y los testimonios de quienes la conocieron. Muchos de esos manuscritos fueron donados a la Biblioteca Nacional de Venezuela, allí se preservan en la sala de Libros Raros y Manuscritos junto con una colección de obras planas en el Archivo Audiovisual de Venezuela.

Velia Bosch, Douglas Bohórquez, Irma Lovera de Sola, Ramón Díaz Sánchez y Louis Antoine Lemaítre, son algunos de los autores que han escrito sobre ella o recreado su vida, cuyos libros, junto a los escritos por la propia Teresa de la Parra, se encuentran en la colección Bibliográfica General. El mejor regalo que podemos ofrecerle al cumplirse 128 años de su natalicio, es releer a nuestra Teresa. Reconocerla.

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