Miguel Otero Silva: Agua y cauce de las letras criollas

26 octubre, 2017

libro 04Miguel Otero Silva

Su polifacética pluma nos dejó un legado de inolvidables obras

Texto:Renny Marrero/Foto:/Prensa IABNSB 26/10/2017

Tal día como hoy, 26 de octubre pero del año 1908 en Barcelona estado Anzoátegui, en plena madrugada el matrimonio conformado por Henrique Otero Vizcarrondo y Mercedes Silva Pérez recibía en su seno a un niño, su primogénito que fue bautizado como Miguel Otero Silva, quien se convertiría en uno de los más destacados periodistas y escritores de la Venezuela del siglo XX. Su historia está llena de pasión y compromiso por la libertad, amó la palabra escrita y la utilizó como arma contra férreas dictaduras, juglar del humor, militante perseguido, hoy su nombre evoca un ejemplo de ética en un oficio muchas veces desprestigiado por las mañas del poder, conozcamos un poco de su perfil.

Ávido lector desde tierna edad el pequeño Miguel fue trasladado a Caracas desde su natal Barcelona para instalarse junto a su familia en el populoso sector La Pastora, donde queda huérfano de madre a muy temprana edad, para entonces era el mayor de cuatro hermanos y fueron sus tías y abuela »Mamá Clarita» quienes ayudaron a Don Henrique Otero con la crianza y educación de los niños, con el pasar de los años Miguel, quien siempre destacó en los estudios se gradúa de bachiller en el liceo Caracas, dirigido nada más y nada menos que por el prominente escritor Rómulo Gallegos y donde tuvo por compañeros de clases a varios integrantes de lo que sería la llamada »Generación del 28» como se conocería al grupo de estudiantes universitarios que protagonizaron en el carnaval caraqueño de 1928, un movimiento de carácter académico y estudiantil que derivó en un enfrentamiento con el régimen de Juan Vicente Gómez.

Miguel Otero Silva fue además un enamorado y crítico del arte así como un apasionado fanático del béisbol, participó desde muy joven en actividades políticas, su primer poema fue publicado en la revista cultural élite y de a poco se convirtió en habitual colaborador de Fantoches y Caricaturas, dos reconocidos impresos humorísticos en los que publicó caricaturas y sarcásticos contenidos bajo el seudónimo de »Miotsi», a partir de esa fecha se vinculó con el grupo de La Generación del 28 actuando en las actividades políticas de la semana del estudiante en que le valieron su primer presido en el Castillo Libertador, ya había decidido luchar férreamente contra el gomecismo.

Poco tiempo después de los sucesos protagonizados por »La generación del 28» estuvo exiliado en Curazao desde donde planificó junto a otros compatriotas un asalto al Fuerte Ámsterdam de Willemstad en el que tomaron como rehén al gobernador holandés Leonard Albert Fruytier. Aquella del 8 de junio de 1929 aventura comandada por Rafael Simón Urbina, quien dirigió a un total de 39 hombres contando entre ellos a Otero Silva, José Tomás Jiménez y Gustavo Machado tenía como objetivo derrocar a Juan Vicente Gómez, para ello tomaron el vapor estadounidense «Maracaibo», llevándose al gobernador Fruytier como escudo e invadiendo a Venezuela por La Vela de Coro como lo hiciera alguna vez el Generalísimo Francisco de Miranda.

Al igual que al Precursor la victoria no les sonrió y las fuerzas dictatoriales comandadas por el general León Jurado, hombre de confianza del Benemérito y presidente (cargo equivalente al de Gobernador para la época) del estado Falcón atacó con saña la tripulación del vapor libertario que asomaba a las costas el 13 de junio de 1929. Otero Silva, Machado y Urbina junto a otros pocos sobrevivientes se re refugiaron en la sierra falconiana huyendo posteriormente hacia Colombia.

Una vez retornó de su exilio en Curazao, específicamente el 8 de agosto de 1937, se contó entre los 17 delegados participantes de la Primera Conferencia Nacional del Partido Comunista de Venezuela PCV, comenzó a publicar en el diario Ahora bajo el seudónimo »Mickey» sin embargo vuelve a ser desterrado, esta vez por Eleazar López Contreras, acusado de comunista. Desde México, el autor publicó su primer libro de poemas, Agua y cauce, en 1937, a su regreso a tierras venezolanas funda el semanario izquierdista Aquí está, que sustituyó a El martillo, anterior órgano divulgativo del PCV esto bajo el gobierno del general Isaías Medina Angarita.

Su participación en sucesos políticos así como la defensa de los Derechos Humanos que siempre ejerció desde los diversos impresos en que participó le convirtieron en un referente de ética para los profesionales de la prensa, de su vida privada podemos decir que se casó con la periodista y activista María Teresa Castillo, importante figura de la cultura venezolana, con quien tuvo dos hijos Miguel Henrique y Mariana Otero Castillo.

La sed noticiosa de Otero Silva le llevó a fundar El Nacional que entra en circulación el 3 de agosto de 1943. Su labor bibliográfica y periodística así como su infatigable espíritu demócrata le valieron ser merecedor del galardón Premio Nacional de Literatura de Venezuela en 1955 y el Premio Lenin de la Paz otorgado por la Unión Soviética en 1979

El legado literario de Otero Silva fue elogiado por autores como Pablo Neruda y Gabriel García Márquez su compendio literario va desde la poesía hasta el teatro pasando por la novela genero en que su pluma hizo brotar brillantes joyas entre las que destacan títulos como Casas Muertas (1955), Cuando quiero llorar no lloro(1970) y Lope de Aguirre, príncipe de la libertad (1979) entre otros, en cuanto a su poesía vale mencionar los poemarios Agua y cauce: poemas revolucionarios (1937) , 25 poemas (1942) , Elegía coral a Andrés Eloy Blanco (1959), La Mar que es el Morir (1965), Las Celestiales (1965) y Umbral (1966).

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En sus novelas abordó siempre la temática social, en Fiebre (1939) plasmó la lucha contra el régimen dictatorial de Gómez, con Casas Muertas (1955) narró como el padecer de un pueblo azotado por epidemias generaba las olas migratorias hacia las ciudades que fueron abandonando el campo, esta obra le hizo merecedor del Premio Nacional de Literatura (1955-1956).

Con Oficina No. 1(1961), contó el desarrollo petrolero de El Tigre edo Bolívar; Fiebre está inspirada en la lucha contra el régimen de Gómez, para 1963 publica La muerte de Honorio en la que denunció en clave de novela las torturas por parte de la policía política de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. En 1970 edita la novela Cuando quiero llorar no lloro, por la cual en mayo de 1980 le es otorgado el Premio Lenin de la Unión Soviética y en 1984 aparece su último libro, La Piedra que era Cristo.

Pero es «Cuando quiero llorar no lloro» su quinta novela y publicada por editorial Tiempo Nuevo, el 25 de junio de 1970 la obra que le consagró a la fama dentro y fuera de nuestras fronteras, la historia de »Los Victorinos» tres jovenes de distintas clases sociales pero unidos por un fatal destino cautivó al lector y al espectador pues ha sido llevada a la pantalla chica y al cine en múltiples ocasiones, su titulo deriva de un poema de Rubén Darío titulado Canción de otoño en Primavera que en una de sus versos reza:

»Juventud, divino tesoro,

¡ya te vas para no volver!

Cuando quiero llorar, no lloro…

y a veces lloro sin querer…

Bien podría decirse que Otero Silva fue pionero del periodismo humorístico en Venezuela, en su paso por El Morrocoy Azul se vinculó con otros hacedores de la risa escrita como Aquiles Nazoa, el pintor y caricaturista Claudio Cedeño, Francisco José “Kotepa” Delgado entre otros, para Miguel Otero Silva el humor era una cuestión muy seria, lo suyo no fue nunca el chiste fácil y vulgar sino el humor inteligente y mordaz que sorprende, que lleva a reflexionar »No es admisible expeditamente la idea del humorismo satisfecho, ni del humorismo resignado. Por el contrario, una de las turbinas generadoras del humorismo es la inconformidad con el medio ambiente, con la estructura de la sociedad que rodea al artista, y el afán insurrecto de éste por quebrantar con el dardo agudo de su ironía los pilares que la sostienen” sentenció el 17 de octubre de 1954 durante una conferencia en la Universidad Central de Venezuela.

Una muestra del sarcasmo y audaz critica política de Silva lo representa el irónico relato El Bolívar de Emile Ludwig publicado en 1958 en que satiriza sobre el sentido de »patriotismo» que los adeptos al gomecismo mostraban al poner en manos extranjeras nada más y nada menos que la biografía oficial del padre de la Patria, de este y otros picaros plumazos del autor podemos disfrutar en la compilación titulada Un Morrocoy en el cielo, compilación de más de 30 años de trabajo humorístico de Miguel Otero Silva desde sus tiempos en El Morrocoy Azul, hasta el comienzo de los 80, incluye Los Sonetos elementales, las Sinfonías tontas, Versos circunstanciales, Crónicas morrocoyunas y las obras de teatro Don Medo y Romeo y Julieta. A través del siguiente link se puede descargar y disfrutar la versión PDF de este material que homenajea a este gran gran autor venezolano:

https://cienciaconciencia.org.ve/wp-content/uploads/2014/11/un_morrocoy_en_el_cielo_sele

El 28 de agosto de 1985 cambió de paisaje este prolífico autor, orgullo de las letras criollas quien supo amasar lágrimas, humor y coraje para entregarnos el sabroso pan de una obra que permanecerá en el tiempo como ejemplo de la valentía de un hombre que nunca bajó la cabeza ante el despotismo, invitamos a nuestros usuarios a conocer sus obras en nuestra colección bibliográfica general, a continuación un poco de su poesía:

Poesía

Tú, poesía,
sombra más misteriosa
que la raíz oscura de los añosos árboles,
más del aire escondida
que las venas secretas de los profundos minerales,
lucero más recóndito
que la brasa enclaustrada en los arcones de la tierra.

Tú, música tejida
por el arpa inaudible de las constelaciones,
tú, música espigada
al borde de los últimos precipicios azules,
tú, música engendrada
al tam-tam de los pulsos y al cantar de la sangre.

Tú, poesía,
nacida para el hombre y su lenguaje,
no gaviota blanquísima sobre un mar sin navíos,
ni hermosa flor erguida sobre la llaga de un desierto.

Enterrar y callar

Si han muerto entre centellas fementidas
inmolados por cráteres de acero,
ahogados por un río de caballos,
aplastados por saurios maquinales,
degollados por láminas de forja,
triturados por hélices conscientes,
quemados por un fuego dirigido,
¿enterrar y callar?

Si han caído de espaldas en el fango
con un hoyo violeta en la garganta,
si buitres de madera y aluminio
desde el más alto azul les dieron muerte,
si el aire que bebieron sus pulmones
fue un resuello de nube ponzoñosa,
si así murieron sin haber vivido,
¿enterrar y callar?
Si las voces de mando los mandaron
deliberadamente hacia el abismo,
si humedeció sus áridos cadáveres
el llanto encubridor de los hisopos,
si su sangre de jóvenes, su sangre
fue tan sólo guarismo de un contrato,
si las brujas cabalgan en sus huesos,
¿enterrar y callar?

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