La pluma periodística y literaria de José Martí dejó una huella indeleble

28 enero, 2018

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Crónicas, reseñas, artículos de opinión, obras de teatro, poesías y ensayos, forman parte de su obra; mientras que La Edad de Oro y el Ismaelillo, son textos fundacionales de la literatura para niños y jóvenes en América Latina

Texto: Jufany Toledo / Fotos: Adianez Gutiérrez y Ronald Montaño / Prensa IABNSB

Cuando hablamos de José Martí, el Apóstol de la Revolución Cubana, se suele evocar al revolucionario que luchó por la libertad de Cuba y que al igual que nuestro Libertador Simón Bolívar, soñó con ver a la América unida y convertida en una sola patria. Para el común de las personas, Martí fue el patriota que murió en combate, y en segundo plano queda su extraordinaria producción periodística y literaria.

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A ella quiero referirme hoy de manera especial, porque fue Martí uno de los autores fundacionales de la literatura para niños y jóvenes en América Latina. En otro estilo, con otro tono, muy distante sí, de lo que hoy conocemos como LIJ. En la actualidad, la literatura infantil y juvenil está dirigida a captar y formar lectores, por medio de libros hermosos en los que el diseño y la ilustración juegan un rol preponderante, a objeto de “hacer de la lectura una actividad placentera”.

Mientras que Martí, más allá de recrear, pretendía formar ciudadanos, mujeres y hombres cultos y probos. Inculcar en las nuevas generaciones el amor que él mismo sentía por la justicia, la igualdad, la honestidad y la libertad, además de otros valores e ideas anticolonialistas. En 1882 con el Ismaelillo, inició la nueva poesía, luego vendría La Edad de Oro, que se publicó como revista mensual entre julio y octubre de 1889; la cual, por su importancia para conocer el pensamiento martiano, se ha reeditado hasta nuestros días en formato de libro, donde se compilan los cuatro números que vieron luz.

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En el artículo inicial de dicha publicación, Martí recomienda “A los niños que lean La Edad de Oro”… “Para eso se publica La Edad de Oro: para que los niños americanos sepan cómo se vivía antes, y se vive hoy, en América, y en las demás tierras… Y les diremos lo que se sabe del cielo, y de lo hondo del mar y de la tierra: y les contaremos cuentos de risa y novelas de niños, para cuando hayan estudiado mucho, o jugado mucho, y quieran descansar…”

Crónicas, poesías, cuentos y reseñas, integran las páginas de La Edad de Oro, escritas con gran sutileza, con la pasión y el alma revolucionaria de Martí, pero con un gran cuidado en el uso del lenguaje dirigido a los niños, las niñas y los jóvenes. Esta publicación tuvo un gran significado para Martí, y así lo expresó en una carta dirigida a su gran amigo, el mexicano Manuel Mercado, el 3 de agosto de 1889: “…ha de ser para que ayude a lo que quisiera yo ayudar, que es a poblar nuestras tierras de hombres originales, criados para ser felices en la tierra en que viven, y vivir conforme a ella…”

Tres meses más tarde, en una excelente declaración de principios, a través de otra carta, Martí le comunica a su amigo que por desavenencias con el editor de La Edad de Oro, quien le exigía que hablase del “temor a Dios”, él había renunciado a continuar redactándola, por no encontrarse dispuesto a propagar la exclusividad de un sólo credo, con lo cual puso fin a ese proyecto que le había resultado tan gratificante.

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Desde temprana edad, Martí soñó con pisar la Patria de Bolívar. Ese sueño se hizo realidad, luego a través de su pluma, plasmó su amor por Venezuela, describiéndola con una exactitud impresionante, como se evidencia en el ensayo de obligada lectura: “Un viaje a Venezuela”, el cual está incluido en sus “Obras Completas”, que pueden consultarse en la Colección Bibliográfica General del Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y de Servicios de Bibliotecas, donde el Catálogo Público, SISBIV, nos arroja 90 entradas, que incluyen también los libros que sobre el “Cubano Universal”, como le bautizara Mariano Picón Salas, se han escrito; al igual que en la Hemeroteca Nacional se preservan los ejemplares de la Opinión Nacional con los textos de Martí.

En el numero 3491 del diario de la tarde “La opinión Nacional”, publicado el viernes 28 de enero de 1881, se le dio la bienvenida: “Don José Martí, este ilustrado escritor cubano, que en años pasados redactaba en México la Revista Universal, se halla en Carácas, donde tiene pensado fijar su residencia… Deseamos cordialmente que sea feliz entre nosotros para que adopte á Venezuela como su segunda Patria tan generosa y providente como la que le dio el sér”. (sic)

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Su elocuente expresividad y la riqueza de su lenguaje, conquistó a los intelectuales venezolanos de la época, ganando así la amistad de unos y la admiración de otros, como Arístides Rojas, Diego Jugo Ramírez, Guillermo Tell Villegas, Nicanor Bolet Peraza, Juan Antonio Pérez Bonalde, Fausto Teodoro de Aldrey, Lisandro Alvarado, Gonzalo Picón Febres y José Gil Fortoul; así como también, quedaron cautivados por lo sublime de su prosa, quienes tuvieron la oportunidad de escuchar su discurso pronunciado en el Club de Comercio, el 21 de marzo de 1881.

Lo cual fue reseñado con grandes elogios en la citada prensa caraqueña, el 23 de marzo de ese mismo año: “Desde su aparición, no terminada aún las frases del exordio, no disipado todavía el natural temor de quien por primera vez se presenta ante un auditorio desconocido, ya se había captado las simpatías de todos, ya había conmovido á todos los corazones, ya había dominado á todas las inteligencias… El señor Martí es un gran orador y un gran poeta, formado así por la naturaleza y educado por el arte… Su voz es clara y vibrante, su dicción tersa y segura, su acción siempre apropiada…”

 Durante su estancia en Caracas, (21 de enero al 28 de julio de 1881) Martí desempeñó la docencia y el periodismo. La primera, la ejerció en el Colegio Villegas y en el Colegio Santa María, donde hoy funciona la Casa de Nuestra América José Martí, en el bulevar Panteón, allí dictó las cátedras de gramática francesa y literatura; y el periodismo, desde las páginas de la Opinión Nacional y de la Revista Venezolana, que él mismo fundó y de la cual vieron luz sólo dos números; ya que su intempestiva salida del país puso fin a ese interesante proyecto editorial.

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En la edición del 28 de julio de 1881, el editor de la Opinión Nacional, publica la carta de despedida de José Martí, en la cual da por terminada la publicación de la Revista Venezolana. “Por de contado cesa de publicarse la Revista Venezolana: vean en estas frases su respuesta las cartas y atenciones que, á propósito de ella he recibido y queden excedidas por mi gratitud las alabanzas que, más que por esa paginillas de mi obra, por su tendencia, he merecido de la prensa del país… Queda también por tanto, suspendido el cobro de la primera mensualidad: nada cobro, ni podrá cobrar nadie en mi nombre por ella…”

En la colección hemerográfica de la Biblioteca Nacional, se encuentra una Edición Crítica de la Revista Venezolana, a cargo de Ramón Losada Aldana, con portada de Mateo Manaure, que reúne ambos números; y un ejemplar original, del Año I y N° 1, publicada el 1° de julio de 1881 en Caracas, restaurado por el equipo de conservadores del Centro Nacional de Preservación Documental de dicha institución; y si bien es cierto que esta Revista se ha reeditado en varias ocasiones, y se han publicado ediciones facsimilares, resulta inevitable sentir emoción al tenerla en las manos y acariciar de algún modo el pensamiento de Martí, y percibir a través de esas líneas, el afecto que el cubano sentía por la patria de Bolívar.

La Revista Venezolana sale a la luz. Nace del afecto vehemente que a su autor le inspira el pueblo en que la crea: va encaminada a levantar su fama, publicar su hermosura, y promover su beneficio. No hace profesión de fe, sino de amor. No se anuncia tampoco bulliciosamente… Hacer, es la mejor manera de decir. No será, pués, tribuna egoísta, este humilde periódico; sino casa modesta, donde todo sereno pensamiento, y pensador hidalgo, tendrán casa… Sea todo humildemente en prez de Venezuela y de la América!” José Martí.

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EL CUBANO UNIVERSAL

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José Julián Martí Pérez era su nombre completo. Nació en la calle Paula No. 41, de La Habana, el 28 de enero de 1853. Desde temprana edad, se destacó como un hombre de ideas libertarias, conoció la prisión el 21 de octubre de 1869, cuando fue encarcelado junto a su entrañable amigo Fermín Valdés Domínguez. Gracias a las gestiones realizadas por sus padres, logró ser deportado a España donde cursó estudios en las universidades de Madrid y de Zaragoza, allí se gradúa de licenciado en Derecho Civil y en Filosofía y Letras.

De España se trasladó a París, por breve tiempo, pasa por Nueva York y llega a Veracruz el 8 de febrero de 1875, donde se reúne con su familia. En México entabla relaciones con Manuel Mercado y conoce a Carmen Zayas Bazán, la cubana que sería su esposa. Concluida la Guerra del 68 vuelve a Cuba el 31 de agosto de 1878, para radicarse en La Habana; y el 22 de noviembre nace José Francisco, su único hijo, y a quien le dedicara su hermoso “Ismaelillo”, el cual fue escrito durante su estadía en Caracas.

Luchando por liberar a Cuba del dominio español, cae en combate el 19 de mayo de 1895, en la población de Dos Ríos, cerca de Palma de Soriano. Martí fue alcanzado por tres disparos que le causaron la muerte. Sumamente difícil resultó rescatar su cadáver, que había quedado en poder de los enemigos; y luego de varios intentos, finalmente fue sepultado el día 27 de mayo, en el nicho 134 de la galería sur del Cementerio de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba.

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