“Piedra de mar”, cuando ser joven es el mayor de los tesoros
5 junio, 2018
Esta novela del afamado autor Francisco Massiani, jamás perderá vigencia
Texto: Lisayde Santamaría/ Fotos: Adianez Gutiérrez/ Prensa IABNSB 4/06/2018
El 23 de noviembre de 1968 fue publicada por primera vez por la editorial Monte Ávila, la novela “Piedra de Mar”, por un entonces jovencísimo Francisco Massiani, quien contaba apenas 24 años de edad. Desde esa fecha hasta la actual son muchas las veces que ha vuelto a ser publicada (es la novela que más veces ha sido reeditada por dicha editorial), pues fue un éxito desde el primer momento y actualmente goza del distinguido honor de ser una lectura obligatoria, pero no por eso menos satisfactoria, para los estudiantes de bachillerato que empiezan a dar sus primeros pasos en el mágico mundo de la lectura.
Plena del frescor de la juventud, liviana como la brisa que mece los montes en el Ávila soleado; luminosa como un amanecer en un día de verano, llena de candor como las preguntas de un niño que asoma su cabecita por primera vez a los misterios de la vida, esta novela es sin embargo no solo una lectura para los más jóvenes, es también lectura de cabecera para los más adultos, pues refresca la memoria y borra de las mentes opacadas por los años y los vericuetos de la vida, los infortunios propios de la existencia, trayendo consigo el recuerdo de aquellos años en que la piel era lozana como una porcelana y las ideas virginales como los juegos de las niñas pequeñas.
No pensaba Francisco Massiani al momento de escribirla que alcanzaría tanto renombre por una novela surgida de una mentira, como él mismo confesaría años después diciendo que nació de una conversación con el entonces director del desaparecido Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes (INCIBA), Alberto Consalvi, quien con motivo de la creación de la Editorial Monte Ávila, le preguntó si tenía alguna novela para publicar. Massiani dijo que sí, siendo que no, y empezó a narrar una historia surgida de su imaginación justo en el momento en que la iba contando, y le pareció tan verosímil que al llegar a su casa se puso inmediatamente a escribirla, tardando solo año y medio en terminarla.
La historia está narrada en primera persona por "Corcho", muchacho de unos 18 años enamorado de una chica de su grupo de amigos con la que ve clases en la universidad, llamada Carolina. Un día Corcho baja para La Guaira con su amigo Marcos y la joven, y caminando por la misma se consigue una piedrecita blanca que decide regalarle a la muchacha como muestra de su afecto.
Sin embargo durante ese fin de semana (toda la historia transcurre en el lapso de tres días), el muchacho gravita entre emociones encontradas, desengaños y desavenencias sumamente hilarantes, teniendo como escenario a la ciudad de Caracas y sus sitios más emblemáticos, como el Boulevard de Sabana Grande, el Gran Café, Altamira y Plaza Venezuela, mismos que transportan al lector hasta dentro de la piel del chico y lo hacen transitar dentro de él las calles ya muchas veces caminadas, pero esta vez desde otra perspectiva, bajo el peso de otra mirada: la del protagonista, y que sin embargo guarda un “no se qué” de dejavú, de reminiscencia que deja en quien lee la historia un sabor agridulce, pues resulta casi imposible no sentirse identificado con los sitios y con las acciones (y sus consecuencias) que realiza el joven en busca de un amor que al final termina conduciéndolo al encuentro consigo mismo.
Corcho movido por su loco amor a Carolina, le miente en un momento de vulnerabilidad diciéndole que dejó los estudios para dedicarse a escribir una novela (detalle aparentemente autobiográfico, si recordamos que Massiani comenzó a escribir esta historia producto de una mentira a un amigo), y a la pregunta de la joven a su regreso de un viaje a España de si ya la terminó de hacer, no ve más salida que empezarla a escribir de veras, y decide usar su vida y la de sus amigos como tema para la trama. Es entonces como nos enteramos de los enredos en los que cae durante ese fin de semana en que comienza a redactarla, en medio de sus vacaciones semestrales en la universidad, pues en la medida en que los va viviendo los va traspasando al papel, en una especie de carrera contra su rapidez para escribir a máquina.
Sus miedos, sus primeros acercamientos a la sexualidad, sus metas, sus aspiraciones; y también las vidas de sus amigos: José, Lagartija, Marcos, Kika y Julia, todos pasando por el proceso de madurar en una Caracas de finales de la década de los sesenta con sabor a hoy. Y es que los encantos y las locuras de la juventud son los mismos en todos los tiempos y en todas las latitudes.
Por eso esta simpática obra llena de espontaneidad no debe ser circunscrita solo a un público lector adolescente, sino que también debe ser recomendada a quienes ya no son tan mozos, quizá para que no olviden que en algún momento también lo fueron y se muestren más benévolos ante los errores juveniles, ya que son fallas que al parecer se repiten una y otra vez en todas la épocas.
Esta semana el Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y de Servicios de Bibliotecas (IABNSB) tiene el placer de recibir al autor de esta hermosa novela, Francisco Massiani, con motivo del 50 aniversario de la editorial Monte Ávila, quien nos enriquecerá con su sabiduría durante un conversatorio en la Sala Hugo Chávez en el nivel AP1 del cuerpo de servicios. Se espera que la cita sea para este jueves 7 de junio a las 10:00 am.
El motivo de esta reseña, la popular novela “Piedra de mar” puede ser leída gracias a los múltiples ejemplares que se encuentran resguardados en la misma bajo la cota V863.44 M417p en nuestra Colección Bibliográfica General. Es un gusto y un acierto seguro invitarlos a leer esta historia, que alegrará el día de aquellos que se encuentren decaídos y dará más vigor y energía a los que no lo estén.