Biblioteca Simón Rodríguez rindió homenaje a Miyó Vestrini en el día del escritor

5 diciembre, 2016

Texto: Renny Marrero / Fotografía: Adianes Gutierrez / Prensa IABNySB

»Me oigo crujir, debatir, sonreír, partir, gemir y nunca dejo rastros
que no sean estos pasos de infamia’’. Miyó Vestrini / Desacato a la muerte

La Biblioteca Pública Central Simón Rodríguez adscrita al Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y  de Servicios de Bibliotecas (IABNySB), se ha convertido en un punto de encuentro para los amantes de la poesía, cada martes, se reúnen en ese recinto, para dar lectura a poetas de distintas nacionalidades.

Por ello, con motivo de celebrarse en nuestro país el día del escritor, se promovió un encuentro más de estos Martes de poesía, homenajeando la obra literaria de Miyó Vestrini, poeta y periodista venezolana de reconocida trayectoria, quien se conmemora además 25 años de  su desaparición física.

»Releer la obra olvidada y a menudo ignorada de Miyó Vestrini, es más que un acto nostálgico», señaló Alexis Rojas uno de los trabajadores  de la biblioteca Simón Rodríguez, encargado de organizar el encuentro; recordó algunos datos biográficos sobre la homenajeada para acercarla al público, señalando que el verdadero nombre de esta autora  nacida en Francia, el 27 de abril de 1938, fue Marie José Fauvelles, quien realizando un juego de palabras adoptó el seudónimo de Miyó Vestrini.

De niña, Miyó como se daría a conocer para el resto de su vida, fue traída por su madre a Venezuela, donde desarrollaría su carrera como periodista y poeta, siendo esta una de las facetas más ricas y productivas de su compleja personalidad, llegando a convertirse en una de las poetas más productivas de las décadas de los setenta y noventa en nuestro país, participó en el grupo literario Apocalipsis, formado en Maracaibo en 1958. También destacan su trabajo periodístico en el diario El Nacional,  coordinó la página de arte y luego la revista Criticarte. Además, participó como conductora en varios programas radiales de la emisora cultural de Caracas.

Vestrini compartió amistad personal con Ludóvico Silva y Víctor Valera Mora, a quien se asemeja en estilo por su lenguaje mordaz y directo alejado de convencionalismos, destacó Vargas, quien invitó al público a tomar varios tomos de la autora para dar inicio a la lectura compartida de sus poemas acompañados de comentarios  reflexivos.

»Una poesía declaradamente enunciada por una mujer, en que la autora, asentó las bases de su estilo con un lenguaje iracundo y prosaico, en que plasma su memoria y anécdotas de vida», señala  Julio Miranda, en el prólogo de la antología de Vestrini intitulada, »Todos los poemas» editado por Monte Ávila Editores, es uno de los libros que acompañaron la jornada. Otras obras de Vestrini presentes en la actividad fueron, Las historias de Giovanna, publicada por Editorial Nuevo Tiempo en 1971; narra días de pasión y búsqueda interior, desde la piel de una adolescente  en un escenario afectivo que la autora llama »Continente de flores claras».

»Muerte de grandes ciudades», »El invierno que viene» ,»Pocas virtudes» y »Valiente ciudadano», narran la destrucción y lo irrisorio de la existencia, desde la perspectiva de la poeta, quien muestra parte de su sentir en estos poemarios, que resultan irónicos y consoladores, a la vez, por cuanto se muestran cercanos al lector por su lenguaje sencillo y los problemas que plantea, la política y la muerte; son temáticas constantes en la obra de esta poeta que se paseó con irreverencia por las vivencias propias de una mujer irredenta.

Entre sus líneas más crudas destaca Valiente ciudadano en la que eleva una plegaria altisonante: »Permíteme señor contemplarme como soy. El rifle en la mano, la granada en la boca destripando a la gente que amo»

¿En qué piensa una mujer que recién ha hecho el amor?, se preguntó en el poema Oficio puro, el Chino Valera Mora y Vestrini le respondería con el poema  Té de manzanilla: »Mi amigo, el chino, escribió una vez sobre cómo se sientan y caminan las mujeres después de hacer el amor, no logramos discutir el punto, porque murió como un gafo, víctima de un ataque cardíaco, curado con té de manzanilla. De haberlo hecho, le habría dicho que lo único bueno de hacer el amor, son los hombres que eyaculan sin rencores, sin temores. Y después de hacerlo nadie tiene ganas de sentarse ni de caminar».

La muerte tuvo lugar preponderante en las líneas de esta autor, a lo largo de sus poemas insistió varias veces en esta temática, »Morir requiere tiempo y paciencia’,’ escribió en uno de sus primeros poemarios, al cumplirse 25 años de su trágica desaparición, releer su obra es un acto de reconocimiento a la extraordinaria sensibilidad e irreverencia con que Miyó Vestrini supo desnudar su ser.

Los martes de poesía despiden su agenda por este año, deseando que la lectura se una a la cultura de vida de las y los usuarios de Biblioteca Nacional en la construcción de un mejor país y una mejor ciudadanía.

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