En la Biblioteca Nacional también hay sonido y cine

8 septiembre, 2016

8 Septiembre 2016

 Texto: Jufany Toledo / Fotos: Adianez Gutiérrez

Si bien es cierto que las nuevas tecnologías nos permiten ubicar rápidamente vídeos de antiguos conciertos, bajar películas y nuestra música predilecta a través de programas y software diseñados para ello, nada es comparable con la posibilidad de ver, escuchar y tener en las manos a sus portadores originales en diversos formatos, preferidos especialmente por los investigadores, melómanos y amantes del buen cine.

Películas originales como Simplicio, Jericó, Maku la mujer del policía, Florentino y el diablo y Roraima; la colección completa de los programas “Aló Presidente”, documentales sobre los sucesos de abril del 2002, viajes presidenciales o la música litúrgica de la época de la Colonia, las Canciones Patrióticas de Venezuela, que sirvieron de génesis para los cantos patriotas de Latinoamérica; las partituras originales del Alma Llanera y del Himno Nacional con los respectivos arreglos para bandas, decretado por el presidente Antonio Guzmán Blanco, entre otras piezas audiovisuales de gran valor, se encuentran en la Biblioteca Nacional.

Esta maravillosa colección forma parte de la división de Sonido y Cine, del Archivo Audiovisual de Venezuela, ubicado en el nivel AP-3 del cuerpo de los servicios del Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y de Servicios de Bibliotecas, en el Complejo Cultural Foro Libertador, centro depositario, organizador, preservador y divulgador del archivo musical y audiovisual, venezolano y venezolanista, resguardados en soportes sonoros y de la imagen en movimiento, así como en partituras impresas y manuscritos musicales, donde las y los usuarios de este servicio, pueden solicitar vídeos y música en diversos formatos.

Preservar estas colecciones reviste especial importancia para las nuevas generaciones, que en la mayoría de los casos ignoran los antiguos procedimientos para grabar una imagen, un sonido o desconocen los equipos de reproducción y los formatos precedentes, como los discos en acetato o vinilo de 33 y 45 RPM, las cintas para magnetofón, los casetes, los betamax, VHS y U-Mátic. Hoy, la más efímera imagen puede ser capturada a través de un celular, y cualquier ciudadano común en posesión de un teléfono inteligente, puede realizar un vídeo circunstancial, convirtiéndose en un comunicador emergente, o escuchar durante horas la música almacenada en un diminuto MP3 o en un pendrive, sin tener que molestarse en dar vueltas al disco.

Estas colecciones forman parte de las joyas documentales de la Biblioteca Nacional y sus referencistas son un capital humano y profesional de gran valor, conocedores de las mismas y de la importancia que ellas revisten para preservar la memoria histórica de la nación. En ellas se pueden apreciar los cambios, transformaciones culturales y tecnológicas, que en materia de imagen y sonido han operado hasta la actualidad. Y gracias a la tecnología, muchas de esas antiguas piezas han podido trasladarse a formatos digitales, atendiendo las necesidades de las y los usuarios de este importante servicio.

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