“Un hombre que se obstina en ser inmortal”

24 agosto, 2017

Este 24 de agosto se conmemora el natalicio e Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo, unos de los más destacados de la literatura del siglo XX

Texto: Jufany Toledo / Fotos: José Chacón

El lugar excepcional que ocupó Jorge Luis Borges en la literatura en español del Siglo XX, será muy difícil de llenar. Ensayos, narrativa, poesía, antologías, metafísica, zoología, geometría, filosofía, teología, geografía, bestiarios, entre muchos otros géneros, forman parte de la vasta obra que con extraordinaria pluralidad en el lenguaje, produjo este escritor argentino, que nació en Buenos Aires en 1899 y falleció en Ginebra, Suiza, el 14 de junio de 1986.

Borges es considerado uno de los pensadores y escritores más prolíficos América Latina, solo en el SISBIV, Catálogo Público del Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y de Servicios de Bibliotecas, http://sisbiv.bnv.gob.ve/ existen 98 registros relativos a su obra y de obras en colaboración, cuyos títulos pueden ser solicitados en la Colección Bibliográfica General de dicha Institución e igualmente, muchos de ellos están disponibles en la Red Nacional de Bibliotecas Públicas.

Jorge Francisco Isidoro Luis Borges, nació en el seno de una familia culta y bilingüe, su padre abogado y profesor de psicología e Inglés, su madre era traductora, por lo que desde temprana edad aprendió a leer, tanto en Español como en Inglés; y a los 6 años de edad ya sabía que sería escritor, cuando redactó “La visera fatal”, su primera fábula, inspirada nada más y nada menos que en un episodio de Don Quijote de la Mancha, y a los 10 años publicó una extraordinaria traducción de “El príncipe feliz” de Oscar Wilde.

Además del talento como lector y escritor, Borges heredó la ceguera progresiva de su padre, que en vano trataron de curarles en Europa; a los 55 años quedó ciego, pero a pesar de sus problemas de visión, aprendió el francés y el alemán, con lo cual pudo leer a los grandes prosistas del realismo francés, a importantes poetas, a filósofos y pensadores como Schopenhauer y Nietzsche, entre otros. Sin embargo, esa influencia europea no disminuyó su amor por Argentina, y aunque muchas veces se trató de hacer ver lo contrario, Borges nunca estuvo ajeno a los problemas de su país; y de acuerdo con uno de sus biógrafos, participó en las disputas políticas e históricas de la Argentina de su tiempo, con la cual mantuvo siempre una estrecha y particular relación.

Tanto su vida como sus textos han estado rodeados por una orla sacrosanta, al punto que se suele invitar a talleres para aproximarse a la lectura literaria de Borges, tal vez por considerarla incomprensible; y su nombre forma parte de la colección “Para principiantes”, que es una especie de puerta de entrada a la obra y al pensamiento de un autor determinado, con el fin de allanarle el camino a lectores inexpertos. Y es que tal vez, la profundidad de su pensamiento, su dominio sobre varias lenguas y culturas, sus obsesiones y el laberinto de su propia existencia, le otorgan un carácter de complejidad a muchos de sus textos, a pesar de ser uno de los escritores imprescindibles de la literatura moderna.

Aunque entre sus recursos preferidos se encuentra la intertextualidad, no ocurre lo mismo con la poesía Borgeana, cuya temática se centra en cuestiones místicas, humanas, inherentes a la actividad literaria o a sus propias vivencias personales, que la hacen más digerible, muchos de sus poemas evidencian su estrecho vínculo y la importancia que le otorgaba al libro, a la lectura y a la escritura, como por ejemplo en su poema “Un lector”, de Elogio de la sombra (1969).

Que otros se jacten de las páginas que han escrito;

a mí me enorgullecen las que he leído.

No habré sido un filólogo,

no habré inquirido las declinaciones, los modos,

la laboriosa mutación de las letras,

la de que se endurece en te,

la equivalencia de la ge y de la ka,

pero a lo largo de mis años he profesado

la pasión del lenguaje…”

En ese mismo libro se encuentra su poema “Israel”, del cual tomamos prestado el título para el presente artículo:

… un hombre condenado a ser el escarnio,

la abominación, el judío,

un hombre lapidado, incendiado

y ahogado en cámaras letales,

un hombre que se obstina en ser inmortal

y que ahora ha vuelto a su batalla,

a la violenta luz de la victoria,

hermoso como un león al mediodía”.

Borges soñó con que la posteridad le ofrecería la gloria de ser recordado por la calidad de sus textos. Durante casi 30 años, fue candidato al Premio Nobel de Literatura que nunca le fue otorgado, la causa -a decir de muchos- fue su postura política frente al Chile de Pinochet y su personalidad polémica; pero una de sus biógrafas, María Esther Vásquez, autora de “Borges, esplendor y derrota”, considera que se debió a las críticas que realizó a la obra del poeta sueco Artur Lundkvist, que más tarde se convertiría en el Secretario Permanente de la Academia Sueca; la cual tendrá esa deuda eterna con Borges, pionero en las ideas de vanguardia de las primeras décadas del Siglo XX y un inmortal de las letras hispanoamericanas.

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