César Vallejo, una voz universal impregnada de ternura y melancolía

16 marzo, 2018

  César Vallejo en Niza (1929)

Al cumplirse 126 años de su nacimiento, la Biblioteca Nacional invita a leer al autor de “Los Heraldos Negros”

Texto: Jufany Toledo / Fotos: Ronald Montaño

“Qui potest capere capiat”
(Él que pueda entender que entienda) Mt 19,12

Cuando nos referimos al gran poeta peruano, César Vallejo, muchos evocarán la angustia, la soledad, la muerte, el castigo Divino; sin embargo, la voz de Vallejo también está impregnada de ternura, afecto y melancolía. Su poesía es una de las más representativas de nuestra lengua; ha sido considerado uno de los más grandes poetas latinoamericanos, equiparado con el chileno Pablo Neruda y el mexicano Octavio Paz.

Comienza a escribir durante el agonizante modernismo, y su poesía transita por el vanguardismo y la literatura humana y comprometida. Ya en 1916, el poeta Juan Parra del Riego lo califica como un “poeta preciosista”, y es que era un adicto a la corrección, revisaba sus textos en repetidas ocasiones e inventó nuevas formas de escritura. José Carlos Mariátegui -por su parte- lo describe como “el poeta de una estirpe, de una raza. En Vallejo se encuentra por primera vez en nuestra literatura, el sentimiento indígena virginalmente expresado”.

César Abraham Vallejo Mendoza nació el 16 de marzo de 1892, en Santiago de Chuco, Perú, hijo de Francisco Vallejo y María de Los santos Mendoza; fue el menor de once hermanos, y su familia trató de inducirlo a que se ordenara como sacerdote, con lo cual se explica el uso de diversos temas bíblicos y litúrgicos en sus escritos; pero desde temprana edad evidenció su gusto por la literatura, su tesis para graduarse de bachiller fue sobre el romanticismo en la poesía castellana.

En 1911 comienza a estudiar Medicina en la Universidad de San Marcos, pero abandona los estudios. Entre 1913 y 1917 estudió Letras y Derecho en la Universidad de Trujillo, mientras se desempeñaba como docente de escuela primaria en el colegio Nacional de San Juan. En 1918 se residencia en Lima, y ese mismo año muere su mamá. En noviembre de 1920 es encarcelado, acusado de intervenir en unas revueltas ocurridas el 1° de agosto en su pueblo natal, sufriendo 112 días de prisión, sale en libertad en febrero de 1921, a partir de 1932 se residencia en París y el 11 de octubre de 1934 se casa con Georgette Philipard.

A causa de un debilitamiento físico y fiebre, muere el 15 de abril en la Clinique Générale de Chirugie, en Villa Arago, París. Sus libros Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz, fueron publicados póstumamente en 1939. En su premonitorio poema “Piedra negra sobre una piedra blanca”, Vallejo predice su muerte: “Me moriré en París con aguacero, un día del cual tengo ya el recuerdo. Me moriré en París -y no me corro- tal vez un jueves, como es hoy de otoño…” al respecto su amigo Antenor Orrego, refirió que en una noche de 1920, Vallejo lo despertó y le dijo “Acabo de verme en París… Estaba muerto y he visto mi cadáver…” Dicha premonición fue parcial; ya que no murió un jueves, sino un Viernes Santo de primavera; y tal como se lo pidió a su esposa, fue enterrado en el cementerio de Montparnasse.

Me topé por primera vez con César Vallejo a la edad de 17 años, cuando cursaba quinto año de humanidades en el liceo José Ávalos de la parroquia El Valle. Tuve la fortuna de contar con una profesora de literatura de avanzada, Iraima Mogollón, quien dejando a un lado los viejos programas y esquemas tradicionales, nos puso en contacto con lo mejor de la literatura latinoamericana, en ese año escolar desfilaron por mis manos los libros de Ernesto Cardenal, Vicente Huidobro, Ernesto Sábato, Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Guillermo Meneses y César Vallejo, entre otros. Desde entonces me acompañan “Los Heraldos Negros” (LHN). “Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!”

El poema LHN le da el nombre a un libro, cuya primera edición, por prólogo tenía sólo una frase extraída del Evangelio de Mateo: “Qui potest capere capiat” (Él que pueda entender que entienda) Mt 19,12. Muy apropiada para “Los Heraldos Negros”, la primera, y sin duda, una de las mejores obras de César Vallejo, escrita en 1918, pero entró en circulación en 1919. En este poemario se expresan temas, sentimientos y experiencias sobre el dolor, la vida, la muerte, el absurdo, la angustia, la esperanza, con una intensidad inusual en la poética universal.

En realidad no sólo se requiere dominio del lenguaje, sino de una sensibilidad y un gusto especial por la poesía, para entender y disfrutar los poemas de César Vallejo. A ratos impenetrables. Hermosos todos! Por ejemplo, en la introducción a la tercera edición de Trilce se advierte al lector: “es el libro más radical de la poesía escrita en lengua castellana. Es en primer término, el más difícil, y no solo porque se trata de una escritura en buena parte hermética, sino porque el poema tiende a borrar sus referentes, tanto como fractura la función representacional del lenguaje mismo… Este libro está entre aquellos, muy pocos, que no se conforman con que el lenguaje sea la casa del ser. Este lenguaje es más bien la intemperie del ser, su nueva huella.”

En “Trilce”, un libro de extraordinario valor poético, se encuentran algunos poemas impregnados del drama que sufrió durante los 112 días de prisión que le tocó vivir en Trujillo. “Oh las cuatro paredes de la celda. Ah las cuatro paredes albicantes que sin remedio dan al mismo número…” (Poema XVIII). En la colección Bibliográfica General de la Biblioteca Nacional, se encuentra la tercera edición a cargo de Julio Ortega, editado por Cátedra Letras Hispánicas (1998) con 390 páginas. La primera edición de este libro, con 122 páginas, se imprimió en los Talleres de la Penitenciaría de Lima (1922) con prólogo de su gran amigo, Antenor Orrego. “Hay un lugar que yo me sé en este mundo, nada menos, adonde nunca llegaremos…”  

César Vallejo, también incursionó en la narrativa con cuentos y novelas cortas; pero su legado poético es de una calidad extraordinaria, que se pasea entre las concepciones estéticas, que van del modernismo al vanguardismo. En el Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y de Servicios de Bibliotecas, se encuentran también una nueva edición crítica de César Vallejo/ Poesía Completa “Los Heraldos negros”, a cargo de Ricardo González Vigil, crítico literario, doctor en Literatura y miembro de número de la Academia Peruana de la Lengua, considerado uno de los investigadores que ha realizado mayores aportes al Vallejismo en las últimas décadas.

Cesar Vallejo, novelas y cuentos completos, con prólogo, edición y notas de Ricardo González Vigil, editado en el 2005 por COPE, Lima y Petróleos del Perú Petroperú. Una edición que puede ser considerada como, la verdaderamente completa sobre la narrativa de Vallejo, ya que incluye además de sus novelas y cuentos, algunos microcuentos, estampas, bocetos y apuntes del propio Vallejo.

“Antología Poética” de César Vallejo, con edición y selección de Antonio Merino. Editorial Espasa 2002, se trata de una edición especial para la Colección Grandes Clásicos de la Literatura de la Biblioteca “El Nacional”, con poemas de “Los Heraldos Negros” (1919); Trilce (1922); Poemas Póstumos I (1923-1937); Poemas Póstumos II (España, aparta de mí este cáliz).

“César Vallejo para niños”, edición preparada por Carlos Villanes con ilustraciones de José Luis Largo. Ediciones de la Torre, Madrid 1998; y “Caminando con César Vallejo”, Actas del Coloquio Internacional que sobre César Vallejo se celebró en la Universidad de Stendhal de Grenoble, del 27 al 29 de mayo de 1998, donde se dieron cita los más importantes vallejistas del mundo. Allí se evidenció que la obra vallejiana mantiene su vigencia, su influencia continúa creciendo entre las nuevas generaciones. A 126 años de su nacimiento, invitamos a nuestros lectores a redescubrir a este gran poeta universal.

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