Francisco Rodrigo, un octogenario que vivirá por siempre en la Biblioteca Nacional
17 mayo, 2018
Al cumplir 80 años de vida, se le rinde un sentido homenaje al compositor más premiado del país, quien donó 1140 partituras al Archivo Audiovisual de Venezuela
Texto: Jufany Toledo / Fotos: Adianez Gutiérrez
La sencillez y humildad de Francisco Rodrigo Arto, hacen que este nombre pueda resultar irrelevante o pasar desapercibido para el ciudadano común; sin embargo, este personaje ostenta dos records importantes en nuestro país. El primero por haber obtenido más de 55 premios y reconocimientos, como compositor, músico y docente; entre los que destacan el Premio Nacional de Música Teresa Carreño en 1970; diversos premios nacionales y menciones honoríficas otorgados por el CONAC; Premio Nacional de Música José Angel Montero 1973; Premio Nacional de Música José Angel Lamas 1990; Premio Municipal de Música 1975, 1977 y 1978; Premio Nacional de Composición Juan Bautista Plaza 1987…
El segundo, por haber realizado el mayor número de composiciones a lo largo de su prolífica y fructífera carrera, alcanzando un mil ciento cuarenta (1140) composiciones de todos los géneros musicales, originales y manuscritas que, en un gesto de desprendimiento y amor por nuestro país, el 21 de octubre de 2016, el maestro las donó al Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y de Servicios de Bibliotecas, enriqueciendo el patrimonio y la colección musical del Archivo Audiovisual de Venezuela.
Motivos suficientes para que el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, a través de la Biblioteca Nacional y su Archivo Audiovisual, le rindan un pequeño pero cálido homenaje al cumplir 80 años de vida, a quien por más de 50 años vivió en nuestra patria, y a ella le dejó su extraordinaria producción musical.
Francisco Rodrigo Arto, nació en Valtierra, España, cerca de Navarra País Vasco, el 17 de mayo de 1938; y en 1964 llegó a Venezuela donde poco tiempo después adquirió la nacionalidad venezolana. A temprana edad había iniciado sus estudios musicales en el Conservatorio “Victoria Eugenia” de Granada, donde estudió cuatro años de Teoría y Solfeo y uno de Piano.
Al llegar a Caracas, logró entrar a la Escuela Superior de Música José Angel Lamas, una de las más antiguas del país con más de 140 años de trayectoria, en ella se graduó de Maestro Compositor en 1971. Allí cursó estudios de Armonía y Contrapunto con el maestro Vicente Emilio Sojo, quien desde 1968 le entregó la catedra de Contrapunto y Fuga, iniciando su carrera como docente de la cual no quiso desprenderse nunca, incluso después de jubilado continuó impartiendo clases 14 años después, hasta el momento de marcharse.
Compositor, organista y profesor, pero siempre afirmó que de todos sus trabajos, la docencia era el que le producía mayor orgullo, por considerarlo un trabajo social. Para él la docencia es la profesión donde mejor se podía servir, y dar lo mejor de sí. Días antes de su partida continuaba ofreciendo charlas. Con la mayor gratitud y sencillez, el maestro siempre estuvo dispuesto a compartir su gran sabiduría.
Luego de 52 años en Venezuela, Rodrigo Arto decidió volver a su tierra natal donde le esperaba su familia. Añoraba llegar y hablaba de su pueblo con orgullo. “Allí hay una casa de cultura, una biblioteca, una escuela de música, una banda, una coral y la Iglesia del año 1550, tiene uno de los retablos más hermosos de toda Navarra y un organo de tubos… Cuando tomé la decisión de regresar me pregunté, qué hago yo con todas mis partituras, decidí que mi obra debía quedarse en este país y empecé a pensar en dónde donarla, hasta que Ignacio Barreto me orientó”.
“Mi mayor deseo es que este repertorio de 1140 obras pueda servir como archivo de consulta para docentes, estudiantes y musicológos; y así lo dejé escrito… Son composiciones originales de todos los géneros: canciones, poemas sinfónicos, conciertos y cuatro óperas… Este país me dio mucho, por eso quise que toda mi producción musical se quedara aquí”, expresó el maestro Rodrigo en ocasión de la donación.
Efectivamente, fue el también músico Ignacio Barreto, director del Archivo Audiovisual de Venezuela, quien se encargó de abrir el camino para que este caudal musical se preservara en la Biblioteca Nacional, por considerar que este es el mejor lugar para preservar toda la obra de uno de los últimos alumnos del maestro Vicente Emilio Sojo. La donación fue llegando poco a poco a la Institución en perfecto estado de conservación, fueron más de 500 kilos contenidos dentro de seis baules metálicos, cual tesoro. El gran tesoro de Francisco Rodrigo Arto.
A finales de 2017, este material de gran valor histórico y musical, fue requerido por el Gobierno de Navarra, quienes solicitaron copias digitales de toda la obra de Rodrigo; las cuales se les iran entregando progresivamente, a fin de que integre también los fondos del Archivo de la Música y de las Artes Escénicas, conservados en el Archivo Real y General de Navarra.
Hoy, cuando el maestro celebra su cumpleaños número 80, la Biblioteca Nacional expresa nuevamente una profunda gratitud por su generosidad y desprendimiento; y lo recuerda exhibiendo una pequeña muestra de sus obras, seleccionada por Adrian Sánchez, el musicólogo de la Institución, de acuerdo con los criterios de obras premiadas, obras nacionalistas, obras poco comunes entre compositores latinoamericanos y obras dedicadas a otros grandes compositores.
A tal efecto, quienes visiten la muestra podrán ver algunas de las obras manuscritas y originales de Francisco Rodrigo; tales como: “Concierto bucólico para arpa” (1968) dedicado a su madre, Premio Nacional de Música José Ángel Lamas en 1989. “Dos poemas de la pasión” (1977) Cantata en dos partes para coro, solista y orquesta, Premio Municipal de Música en 1989.
“Tres antífonas de Santa Cecilia” para coro y orquesta; y “Tropikalia”, o varias canciones de la luz tropical, en homenaje a Armando Reverón por su centenario. Ambas obras recibieron el Premio Nacional de Música Juan Bautista Plaza del Consejo Nacional de la Cultura, CONAC, en 1983 y 1989 respectivamente.
“7 Impresiones Caraqueñas” para piano, Premio Municipal de Música en 1977, “Fanfarria para un músico venezolano” para metales, cuerdas y percusión, dedicado de su puño y letra al maestro Inocente Carreño; “Doliente amada” poema elegía en honor a María Teresa Rodríguez del Toro y Alaiza, augusta esposa del Libertador Simón Bolívar, para orquesta de cámara y canto, con textos del poeta yaracuyano José Parra (1983).
“Lamentación en el mar” Cantata elegíaca para coro y orquesta, en memoria del trágicamente desaparecido Orfeón Universitario de Caracas (1976); “Concierto para cello y orquesta”; “Concierto para mandolina y orquesta”; “Una locura de amor”, ópera en cuatro actos con libreto y música de Francisco Rodrigo; y “Narcisus”, ballet para un primer bailarín y para gran orquesta; son algunas de las obras que podrán apreciarse en esta ocasión.
Con esta pequeña muestra, se evidencia que Francisco Rodrigo es un compositor muy prolífico con importantes y merecidos reconocimientos. En los actuales momentos, el musicólogo Adrian Sánchez, continúa realizando la obra que iniciara el musicólogo Carlos Navas, clasificando y procesando este material, realizando su inventario, para que muy pronto se encuentre a la disposición de todas y todos los venezolanos interesados, tal cual es el deseo de su autor.