Manuel Díaz Rodríguez, referente de la prosa hispanoamericana
27 febrero, 2020
Cuidadoso, depurado, llena de color, con un armonioso sarcasmo, el estilo de este caraqueño lo convirtió en uno de los más importantes representantes del modernismo en la región
Texto: Sathya Arteaga / Fotos: Referenciales / Prensa IABNSB
En Venezuela la corriente modernista se impone en la última década del siglo XIX, cuando emerge la camada de escritores venezolanos que integran la “generación del 98”, que se expresó a través de las revistas “El Cojo Ilustrado” y “Cosmópolis”.
De todos esos creadores, Manuel Díaz Rodríguez va a ser el máximo representante de la prosa modernista en Venezuela. Nació el 28 de febrero de 1871 en una hacienda denominada “Las Dolores”, cerca de la población de Chacao, en el sitio que hoy conocemos como Altamira.
Era hijo de Juan Díaz Chaves y Dolores Rodríguez, inmigrantes canarios que se residenciaron en nuestro país a partir de 1842. En 1886, a los 15 años, alcanza el grado de Bachiller en el Colegio Sucre de Caracas. Luego, ingresa a la Universidad Central de Venezuela (UCV) y se gradúa de Doctor en Ciencias Médicas en 1891.
Con el objeto de perfeccionar sus estudios, viaja a Europa en 1892, y permanece en allá por dos años. Aprovechando la oportunidad que se le presentó, conoció varios países de este continente, y de manera especial, queda encantado por la belleza de los paisajes italianos, que visita nuevamente en 1895.
Estas experiencias las plasma en su primer libro: “Sensaciones de Viaje”, que fue publicado en 1896. La obra está integrado por siete cuadros, en los que Manuel Díaz Rodríguez evoca las principales ciudades de Italia: Nápoles, Florencia, Aldea Lombarda, Venecia y Roma.
Su triunfo como escritor va a ser inmediato, ya que obtiene el premio de la Academia Venezolana de la Lengua. El veredicto fue defendido ante los ataques del sacerdote, doctor y fundador del Diario La Religión, Juan Bautista Castro (1846-1915), quien la consideraba como un libro inmoral.
Los primeros años de Díaz Rodríguez como escritor fueron bastantes fértiles. En 1897 publica “Confidencias de Psiquis”, conjunto de narraciones breves a manera de confesiones de seres que exponen su intimidad a una carta o un manuscrito dirigido a un lector confidencial.
En 1898 publica “De mis romerías”, que son sus impresiones viajeras, en donde se mezcla lo descriptivo con observaciones psicológicas.
Al año siguiente, publica “Cuentos de color”, en pleno auge del Modernismo. En este libro incluye un artículo publicado anteriormente en “El Cojo Ilustrado”, en el que aparece en un compendio de nueve narraciones los cuales tienen el nombre de un color, que va desde el azul hasta el áureo, asociados con un estado del alma.
Díaz Rodríguez se sumerge en ese sentir imaginario, para así construir el mensaje de su cuento. Y en ese mismo año contrae matrimonio con Graciela Calcaño, hija del escritor Eduardo Calcaño.
Cuando regresa a Venezuela, en 1901, se incorpora al grupo de intelectuales que se han agrupado en torno a “El Cojo Ilustrado” y “Cosmópolis”. Así, se suma a la Generación de 1898, en Venezuela, al lado de Pedro Emilio Coll, Luis Manuel Urbaneja Achelpohl, Pedro César Dominici y César Zumeta.
Además, publica su gran novela: “Ídolos Rotos”, que es un cuestionamiento del estado social, político y cultural que vivió el país en la época de Cipriano Castro, quien había tomado el poder con el triunfo de la Revolución Restauradora.
“Ídolos Rotos” es unas de las novelas más representativas de la narrativa modernista en América y está considerada como una de las obras más pesimistas que se haya escrito en nuestro país, ya que la vida caraqueña es presentada en su aspecto social, político y cultural con una actitud derrotista, en donde se renuncia a toda posibilidad de salvación.
Al año siguiente, Díaz Rodríguez publica su segunda novela, “Sangre Patricia”, en la que narra la desgracia de Tulio Arcos, radicado en París en espera de su esposa, que muere en el viaje y es “sepultada” en el mar, al que finalmente también se arroja el viudo.
Para 1902 el escritor se opone abiertamente contra el gobierno de Cipriano Castro y después de la muerte de su padre, viaja a La Hacienda para comenzar un largo retiro de casi siete años. Durante ese tiempo el escritor observa la vida de los campesinos al pie del Warairarepano, acumulando vivencias que después fueron plasmadas en su novela “Peregrina o El Pozo Encantado”.
Tras la llegada al poder de Juan Vicente Gómez, en 1908, Díaz Rodríguez se convierte en su colaborador y da comienzo a su trayectoria política.
Durante dieciocho años ocupa diferentes cargos en la administración de Gómez, como vicerrector de la UCV, director de Instrucción y Bellas Artes (1913), ministro de Relaciones Exteriores (1914-1916), senador por el estado Bolívar (1915), ministro de Fomento (1916), ministro plenipotenciario de Venezuela en Italia (1919-1923), presidente del estado Nueva Esparta (1925) y presidente del estado Sucre (1926).
Pero sus inquietudes artísticas siempre estuvieron presentes. Durante ese tiempo publicó sus ensayos “Caminos de Perfección” (1910) y “ Cuatro Sermones Líricos” (1918).
24 años después de haber publicado “Peregrina…”, es víctima de una grave enfermedad de la garganta. Por esa razón, Manuel Díaz Rodríguez se traslada en mayo de 1927 a Nueva York, en donde muere el 24 de agosto, a los 56 años de edad.
Las obras de Díaz Rodríguez forman parte de la Colección Bibliográfica de la Biblioteca Nacional; además en la Hemeroteca Nacional reposan publicaciones periódicas que plasman vida y obra de este gran modernista.