Muere un médico y nace un santo. 102 años de la partida del doctor José Gregorio Hernández
29 junio, 2021
“El XXIV – VI – MCMXIX, se extinguió en este sitio el Dr. José Gregorio Hernández. Su vida fue lumbre de ciencia y caridad. Su recuerdo perdura en el corazón de Caracas”. Placa en la Farmacia Amadores.
Texto: Jufany Toledo/ Fotos: Archivo de Prensa del IABNSB
Al cumplirse 102 años de la muerte del Beato venezolano, doctor José Gregorio Hernández, el Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y de Servicios de Bibliotecas, pone a disposición de los interesados sus obras completas, compiladas por el doctor Fermín Vélez Boza y diversos documentos y objetos en digital, que pueden descargarse libremente, a través de http://bibliotecadigital.bnv.gob.ve/?coleccion=jose-gregorio-hernandez#gsc.tab=0
Dada su reciente Beatificación, este año cobra especial relevancia, la conmemoración de otro aniversario de la trágica muerte del doctor José Gregorio Hernández, a causa de un accidente automovilístico, ocurrido entre las esquinas de Los Amadores y Urapal, en la parroquia La Pastora de Caracas, el 29 de junio de 1919, a las 2:15 de la tarde.
Aunque desde el mismo momento de su fallecimiento, los asistentes a sus exequias afirmaban “ha muerto un santo”; y así ha sido en el imaginario colectivo de sus fieles y devotos, fue el pasado 30 de abril del corriente, cuando la Iglesia Católica celebró la Misa Solemne de su Beatificación, elevándolo con esto a los altares.
Su generosidad, su gran corazón y sus votos de pobreza, humildad y entrega a Dios, lograron que fuese considerado un santo, incluso antes de su muerte. Él era un hombre de fe, su profunda vocación le llevó a ingresar en varias órdenes religiosas; sin embargo, complicaciones de salud, le impidieron convertirse en ''Fray Marcelo'', nombre que adoptó en su paso por la Orden de "San Bruno", en la Cartuja de La Farnetta, en Italia.
El Expediente Judicial Nº 32, sobre la muerte del doctor José Gregorio Hernández, se encuentra en el Archivo General de la Nación, en el subfondo de Registros Públicos, serie Criminales, Año 1919, Letra B, Nº 2. El documento está presentado en un cuadernillo de 23 cm de ancho por 32 cm de largo, en el cual se alternan los folios originales, con la transcripción de los mismos, para facilitar su lectura, con un total de 142 páginas.
Dicha institución, adscrita al Ministerio del Poder Popular para la Cultura, se encargó de su restauración, preservación y digitalización; con motivo del centenario de la muerte, de quien para entonces era “El Venerable”, declarado así en 1986 por el Papa Juan Pablo II, y puede consultarse en línea por http://www.agn.gob.ve/wp-content/uploads/2019/06/Causa-Criminal-Por-el-Homicidio-del-Dr.-JGH_compressed-1.pdf
Leer dicho expediente, nos transporta a los dolorosos momentos que sufrieron los venezolanos, a principios del Siglo XX, cuando Caracas era aún una ciudad apacible, con muy pocos vehículos, donde la mayoría de las personas se transportaban en tranvía; por lo que un accidente de esa naturaleza, en el que además, la víctima fatal fue un médico reconocido y apreciado, docente universitario y un hombre de Dios, no podía menos que producir una gran conmoción.
Fernando Bustamante, fue el desafortunado chofer que, a bordo de un vehículo Hudson Essex 1919, ocasionó el accidente donde minutos después, perdiera la vida el doctor José Gregorio Hernández. De inmediato se abrió el expediente, que contó con las declaraciones de diversos testigos presenciales del hecho; y de los doctores Ramón Aveledo y Francisco Ignacio Carreño, encargados de elaborar el informe médico-legal, hacer el reconocimiento del cadáver y describir las lesiones sufridas en dicho accidente.
El abogado defensor de Fernando Bustamante, fue el doctor Pedro Manuel Arcaya, quien entrevistó a todos los testigos sobre la posible culpabilidad del chofer, todos alegaron que se trataba de una lamentable casualidad; y que en ningún caso presumían la culpa de Bustamante, sino más bien un hecho fortuito producto de la fatalidad o de la voluntad Divina.
Uno de los alegatos del Dr. Arcaya, en favor de Bustamente, fue que el Dr. Hernández recorría a pie las calles de la ciudad, para atender a su gran número de pacientes, lo cual le obligaba a ir de prisa y por la modestia y religiosidad de su carácter, acostumbraba a caminar con la mirada en el suelo, por lo cual es explicable que haya bajado de la acera sin percatarse de la cercanía del vehículo.
Igualmente, los hermanos del doctor Hernández, José Benigno y César Hernández, en nombre de la toda la familia, con fecha 1º de agosto de 1919, suscriben una carta dirigida al Juez de Primera Instancia en lo Criminal del Distrito Federal, a través de la cual dejan constancia de que no acusaban ni pedían castigo para Bustamante.
“Dios en sus altos designios dispuso sin duda que el Dr. Hernández falleciera del trágico e inesperado modo en que sucedió su muerte, y nosotros nos conformamos con su soberana voluntad. Creemos cumplir un deber de conciencia haciendo a Ud. Esta manifestación y tenemos la convicción de que el Dr. José Gregorio Hernández, desde la morada de los justos en que esperamos se encuentre su alma, aprobará nuestra conducta”.
El 20 de noviembre de 1919, Fernando Bustamante fue absuelto de culpa, pero el juicio siguió su curso y fue el 11 de febrero de 1920 cuando lo dejaron en libertad y se archivó el expediente. Sin embargo, ese hecho fortuito se ha convertido en una leyenda y una devoción para sus fieles, quienes piden su intercesión ante Dios Todopoderoso, especialmente para que los alivie de toda enfermedad y les devuelva la salud.
Los restos del doctor José Gregorio Hernández reposan en el ahora Santuario La Candelaria, en el centro de Caracas; y sus Reliquias se encuentran ya en El Vaticano y en las distintas Diócesis de Venezuela, a objeto de que sus devotos puedan venerar y rendirle tributos al médico de los pobres.